Los actos por el 40º aniversario del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 estuvieron muy deslucidos por los condicionantes de la pandemia que obligaron a limitar la conmemoración a sendos discursos de la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, y del Rey Felipe VI ante la asistencia únicamente de las principales autoridades de España.
El Rey animó a cuidar más la democracia y alabó el papel de su padre, Juan Carlos I, frente al ataque de los militares golpistas. Destacó del Rey emérito la responsabilidad y el compromiso con la Constitución. Batet, por su parte, alertó sobre el riesgo de polarización y de la desinformación.
Los principales socios del Gobierno, nacionalistas e independentistas, plantaron el acto por el blanqueamiento que se hacía de la transición y del propio 23-F. De hecho, ERC, Junts, BNG, Bildu, CUP y PDeCAT presentaron un manifiesto en el que señalan que el intento de golpe fue “una operación de Estado” y reclamaron conocer todo lo que rodeó a aquel día.
Mientras que los representantes de Unidas Podemos -con su líder y vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, al frente- no aplaudieron al Rey Felipe VI y fueron muy críticos con la Corona y la monarquía.