El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, anunció el 4 de diciembre en Santiago, en la clausura del XII Pleno del Consello de Comunidades Galegas, la próxima adopción por parte de su Gobierno de dos importantes medidas para “impulsar la memoria de la emigración”: la puesta en marcha de un “plan director del patrimonio documental de las sociedades gallegas en el exterior” y la implantación en el plan de estudios de la enseñanza primaria y secundaria del “estudio de la importancia de la emigración en la historia de Galicia”.
El acto de clausura del Pleno tuvo lugar en la Ciudad de la Cultura y contó con la presencia de los presidentes o delegados de un centenar de centros gallegos en todo el mundo, representantes del medio millón de naturales de Galicia que viven fuera de la Comunidad. El XII Pleno del Consello de Comunidades Galegas se celebró durante dos días en tres emblemáticos escenarios compostelanos (la Iglesia de San Domingos de Bonaval, el Monasterio de San Martiño Pinario y la Ciudad de la Cultura) y terminó con la aprobación de las conclusiones de las cuatro ponencias del encuentro, referidas a retorno (por primera vez en la historia del Pleno), galleguidad, cultura y acción social.
Simplificar trámites y facilitar la vivienda
Feijóo reiteró el compromiso de la Xunta con la emigración y recordó también las responsabilidades de los gobiernos centrales en el tema, a los que invitó a “simplificar trámites”, como los de la homologación de títulos académicos, y “facilitar los permisos de residencia” a los cónyuges y los hijos de gallegos que no tienen la nacionalidad española. “No se puede tratar a un emigrante de Argentina, Brasil o Venezuela como a un argentino, un brasileño o un venezolano. Necesitamos defender a todos los gallegos desde todos los puntos de vista”, enfatizó.
El presidente gallego insistió en la idea -que ya había expresado el día anterior en su discurso de inauguración del encuentro- de la galleguidad como apertura, refiriéndose al “diálogo entre culturas y la apuesta por la convivencia” como los “cimientos de las comunidades gallegas y de la propia Autonomía de Galicia dentro de España”. El mandatario autonómico identificó esta actitud con “el sentidiño de los gallegos” y afirmó que “hoy es más necesaria que nunca, cuando muchos han sido seducidos por el populismo y las fronteras que bien conocen y padecen algunos emigrantes gallegos en los países de acogida”.
Relevo generacional
Feijóo subrayó también la importancia de un “relevo generacional” en el seno de los centros gallegos, e hizo un llamamiento a “mantener las entidades con sangre nueva, implicando a los hijos y nietos”. “De ellos depende la continuidad de los centros y que Galicia se mantenga viva en el exterior”, dijo.
“Tenemos la obligación histórica de conservar el patrimonio y la cultura de Galicia, continuando la labor que iniciaron hace más de un siglo los centros gallegos”, resaltó también el presidente, que recordó que el primer centro gallego en el exterior se abrió en Montevideo (Uruguay) en 1879. El mandatario destacó que el impulso de estos centros “llegaba también a la Galicia territorial” gracias a su “vocación solidaria” que permitió “la cristalización del funcionamiento de los servicios públicos” en la Comunidad en un tiempo en el que eran muy escasos, como los centenares de escuelas rurales que se crearon con las remesas de los emigrantes, que constituyeron una “pionera infraestructura educativa en Galicia”.
El presidente destacó también el carácter de “puente entre culturas” de los emigrantes, y los animó a convertirse en “embajadores” de los tres próximos Xacobeos que se celebrarán en un lapso de tiempo de apenas doce años, en 2021, 2027 y 2032.
En el acto intervino también el secretario xeral da Emigración, Antonio Rodríguez Miranda, y fueron presentados los miembros electos de la Comisión Delegada del XII Pleno del Consello de Comunidades Galegas.
La foto, la España de las poses. Todas las políticas de retorno de la emigración o de reivindicación de derechos de los emigrados debieran estar precedidas de un profundo mea culpa de la clase política. La emigración española nunca fue un tour vacacional, siempre fue un éxodo de pobreza, un crimen de la clase gobernante por el que jamás nadie ha pagado su culpa.
Los expatridos no necesitan fotos ni poses demagógicas, necesitan políticas reales de reivindicación de derechos.