La Embajada española en Bruselas homenajearon este miércoles a la sociedad belga por su acogida de más de 5.000 niños evacuados de la guerra civil española en familias de todo el país, en una jornada en la que contaron su testimonio dos mujeres que recalaron en este país de niñas y varios hijos de estos pequeños en el exilio.
“Nunca podremos decir suficientemente gracias. Nuestra gratitud no es solo eso, es también admiración”, expresó en un mensaje en vídeo la vicepresidenta del Gobierno español, Carmen Calvo, quien subrayó que la sociedad civil belga “entendió el sufrimiento con el que estos niños llegaban” y les acogió y cuidó.
El mismo mensaje compartió la embajadora española en Bélgica, Beatriz Larrotcha, que apuntó a que esta historia de solidaridad “es un hecho por el que España deberá siempre estar agradecida al pueblo belga”, y esperó obtener de los testimonios de la jornada “enseñanzas frente a otras tragedias en que los niños son las mayores víctimas”. También la secretaría de Estado de Migraciones, Hana Jalloul, agradeció a estas familias “el modo en que abrieron sus puertas con la convicción y naturalidad de quien sabe que hace lo que debe hacer” y apuntó que, con un modelo de acogida como el belga, “no hay vidas rotas si hay manos tendidas a tiempo”.
Testimonios
Desde la Embajada española en Bruselas, contaron su historia las hoy nonagenarias Dolores Álvarez y Celia Vados, que recalaron en Bélgica tras ser evacuadas de la España en guerra, y también varios descendientes de aquellos niños del exilio, que relataron los recuerdos de sus padres y la memoria histórica que les han transmitido.
“Los belgas fueron formidables”, narró Dolores Álvarez, que contó cómo al llegar a su familia de acogida en Bélgica estuvo “tres días sin parar de llorar debajo de una mesa” porque no entendía el francés y sufrió el dolor de la separación también de sus hermanos, que inicialmente fueron acogidos en otras casas. Tiempo después, sus padres adoptivos trajeron a su hogar a su hermana mayor, a quien otra familia quería como criada, y ella acabó casándose con uno de sus hermanos adoptivos y usando el francés incluso para la relación con sus hermanos biológicos españoles.
También Celia Vados, emocionada en su relato de la llegada a Bélgica, explicó como ella volvió a España después de la guerra pero acabó regresando a Bélgica en 1960, ya con una niña de 18 meses, en un intento de encontrar una vida mejor que la que le ofrecía su país de origen en la Dictadura.
Tanto Pablo como Mari Carmen, hijos de niños que llegaron a Bélgica durante la guerra en España, relataron como sus trabajos hoy se vinculan con las vivencias de sus padres; Pablo dedica parte de su tiempo a dar información sobre procedimientos de asilo y derechos a migrantes que llegan a Bélgica.
En el evento intervinieron de manera telemática varios expertos belgas y españoles que han dedicado sus investigaciones a documentar el fenómeno de la acogida en Bélgica, país que recibió a más de 5.000 de los 33.000 niños que se vieron obligados a dejar España. La mayoría de ellos, unos 20.000, acabaron en Francia, mientras que a Inglaterra fueron enviados 4.000; a la URSS, 2.900; a México, 463; a Suiza, 430 y a Dinamarca, 100.