RETORNAD@S

Entre la ilusión y la frustración: el retorno desde Alemania de los españoles mayores

El deseo de no separarse de hijos y nietos y el temor a perder poder adquisitivo frenan la vuelta

Españoles mayores en Alemania participantes en el programa ¡Adentro! para la formación de animadores socioculturales para la tercera edad. Foto: Vidal Olmo.
Dolores Orzáez retornó a Granada con su marido hace cinco años.
Ángela Basilio y Juan Díaz regresaron el pasado mes de septiembre a su pueblo de Cáceres.
Juan Antonio Morgado y su mujer Isabel han decidido quedarse definitivamente en Alemania.
Mercedes Tirados planea retornar a Madrid.
Españoles emigrados y retornados a Alemania entre 2008 y 2018.
Españoles retornados de Alemania entre 2014 y 2018 por comunidad autónoma de destino.

Llegaron a comienzos de los años sesenta y setenta del pasado siglo a Alemania, uno de los principales destinos de aquellos españoles, casi todos jóvenes, que dejaban sus pueblos buscando una oportunidad para ganarse la vida y vivir mejor. La entonces emergente industria alemana, falta de mano de obra a causa de la menguada población del país tras la Segunda Guerra Mundial, reclutaba trabajadores en los países del sur de Europa, en los que había una alta tasa de desempleo, entre ellos, España.

Muchas y muchos españoles llegaron entonces al país germano con el próposito de trabajar unos años y regresar con algunos ahorros lo más pronto posible. Con lo ahorrado planeaban emprender, a la vuelta, algún negocio que les ayudara a seguir viviendo. Pero su estancia en este país se fue alargando, porque mientras la situación en España seguía siendo complicada, en la República Federal podían vivir con cierto bienestar que, aunque las condiciones de trabajo y de vida no fueran óptimas, les permitían dar a sus hijos una educación adecuada y contar con unos ingresos con los que no podrían contar si retornaban. Algunos de ellos regresaron pronto, según sus planes, pero otros muchos aplazaron el retorno hasta que los niños terminasen la escuela, hasta que finalizaran los estudios o la formación profesional, hasta jubilarse… Con el paso del tiempo fueron adaptándose a la diferente forma de ser y de vivir del pueblo alemán, comenzando así un proceso de lenta integración, lenta ya que en los planes del Gobierno alemán no se contemplaba entonces que esos trabajadores invitados (Gastarbeiter) se quedaran y, por eso, no hizo nada para promoverla. El principal obstáculo era el idioma.

Para ayudarse mutuamente, estos emigrantes se agruparon en asociaciones creadas por ellos mismos, en las que, además de relacionarse y mantener vivas sus costumbres, organizaban charlas informativas y realizaban actividades culturales. Las asociaciones de los emigrantes españoles en la República Federal, muchas todavía existentes y agrupadas en federaciones desde hace años, tuvieron un gran protagonismo en la educación, la integración y el éxito escolar y profesional de los hijos e hijas de los españoles en este país, así como en la defensa de los derechos sociolaborales de los propios emigrantes.

Buena parte esos emigrantes, que hoy son mayores y jubilados, siguen todavía en Alemania, unos porque no quieren separarse de sus hijos y nietos, perfectamente integrados ya en este país, otros porque apenas les quedan parientes o amigos en sus lugares de origen, pero también por motivos económicos, pues temen que su jubilación no les alcance, si retornan, para vivir en sus pueblos como lo hubieran deseado. Este es el caso de numerosas mujeres que se dedicaron al cuidado de la familia o realizaron trabajos de baja remuneración y cotizaron poco o nada a la seguridad social. Hay también mayores indecisos, que tienen vivienda en ambos países y pasan grandes temporadas en España sin decidirse a retornar definitivamente, y es que la emigración marca a las personas. Tras largos años de residencia y trabajo en este país, ya se sienten mejor en su entorno habitual con sus familias y amigos en Alemania que en España y les resulta difícil decidirse a dejar todo lo que ha sido su vida en las pasadas décadas.

A finales de 2018 residían en Alemania 44.330 españoles de ambos sexos con una estancia en el país de cuarenta años o más, 20.535 eran mayores de 65 años. De los 570 que abandonaron este país en ese mismo año, 335 tenían más de 75 años. Al mismo tiempo, habrían entrado 205 españoles mayores de 65 años, según datos del Instituto Federal de Estadística alemán.

Dónde encontrar información

Los mayores que actualmente estén planeando el retorno desde Alemania tienen que realizar una serie de trámites legales antes y después de volver a España, para lo que necesitan un buen asesoramiento. Aparte de la amplia información general que les ofrece la “Guía del Retorno” del Ministerio de Trabajo -que puede consultarse en internet-, pueden dirigirse también a los consulados u oficinas de la Consejería de Empleo y Seguridad Social de España en Alemania, donde pueden recibir información orientada a su situación personal. Para aclarar dudas sobre su pensión de jubilación, pueden también contactar directamente a la Oficina de Enlace del Seguro Alemán de Pensiones en Düsseldorf (Deutsche Rentenversicherung, Verbindungstelle für Spanien), donde pueden ser atendidos en español.

Durante estancias en España, se puede pedir información sobre programas de reinserción en la sociedad española en las oficinas de emigrantes retornados en las diferentes comunidades autónomas.

El derecho a pensión de jubilación alemana

La edad de jubilación en Alemania oscila actualmente entre los 65 y los 67 años, dependiendo del año de nacimiento. Para las personas nacidas antes de 1946, la edad de jubilación es a los 65. Para los nacidos entre 1947 y 1963, esa edad aumenta paulatinamente un mes por año, hasta llegar a los 67. Para personas discapacitadas, o aquellas que durante su vida laboral hayan estado desempleadas, existen normas especiales.

Para tener derecho a percibir una pensión de jubilación alemana es necesario haber contribuido al Seguro Alemán de Pensiones durante cinco años por lo menos. Para cumplir ese periodo mínimo se suman los tiempos cotizados en Alemania y en España u otro Estado miembro de la UE. Para las mujeres, cuenta también el tiempo dedicado al cuidado de los hijos durante los primeros tres años de vida, si convivieron con ellos en Alemania. También los padres pueden ser beneficiarios, si fueron ellos los que asumieron esa tarea. Según la reciente reforma de la renta para madres, ‘Mutterrente II’, desde el 1 de enero de 2019 se les reconocen 2,5 puntos de pensión por cada hijo nacido antes de 1992 (antes 2 puntos) y se mantienen los 3 por cada uno de los nacidos a partir de esa fecha.

Las consultas sobre las correspondientes pensiones deben dirigirse a la entidad alemana de la cual se reciban. Se pueden hacer, igualmente, consultas sobre el abono de la pensión en el Servicio de Pensiones en el Extranjero de Berlín (Rentenservice Ausland), así como comunicar cambios en los datos bancarios, aclarar preguntas sobre la fe de vida o enviar certificados de defunción de perceptores de la pensión de jubilación. También hay la posibilidad de comunicar en alemán cualquier cambio de datos por internet a través de la web https://www.deutschepost.de/de/r/rentenservice.html

Modalidades de jubilación

Según la web Empleo de la Consejería de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social en Alemania, la situación de los jubilados dependerá de si cobran una pensión solo de Alemania, solo de España o de ambos países. En el primer caso tienen que informar de su retorno y cambio de residencia al organismo de pensiones alemán (Deutsche Renten Versicherung, DRV) y a la caja de enfermedad, para que les expida el formulario E121 que les va a permitir continuar recibiendo prestaciones y asistencia sanitaria en España, así como recibir posteriormente en su nuevo domicilio las notificaciones relativas a su pensión. Si la pensión es solo a cargo de España, hay que informar del retorno a la caja de enfermedad e informar igualmente al Instituto Nacional de la Seguridad Social española (INSS) del cambio de residencia. Si se recibe pensión de Alemania y de España, hay que informar al organismo de pensiones alemán (DRV) y a la caja del seguro de enfermedad, que comprueba el derecho a cambiar de caja de seguro.

Obligación de justificar la vivencia

La Consejería de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social de la Embajada de España en Berlín publicaba en su ‘Nota Informativa’ del 8 enero de este año la obligación de los pensionistas de la Seguridad Social española residentes en el extranjero de justificar su vivencia una vez al año y dentro del primer trimestre de cada año, lo que es condición necesaria para poder seguir cobrando la pensión de jubilación.

Para ello se necesita una fe de vida, que ha de ser expedida en el lugar de residencia, dentro del mismo año, por un organismo oficial competente, como pueden ser la Embajada, el Consulado correspondiente o un notario. En ningún caso, se advierte, se admitirán documentos de organismos privados. Para el año en curso, la fe de vida, en versión original, hay que enviarla antes del 31 de marzo de 2020, por correo postal, a la Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) que tramitó la pensión. No se admiten envíos por fax o por correo electrónico. Si no se enviara en el plazo estipulado, se suprimiría el pago de la pensión hasta recibir dicho documento.

A partir del momento de la entrada del documento en la Dirección Provincial del INSS, se pagará de nuevo la pensión y los atrasos de hasta noventa días. Si durante los tres primeros meses del año se estuviera en España, es posible también pasar un control de vivencia de forma presencial en cualquier oficina del INSS. En la nota de la Consejería se recomienda también a los jubilados que tuvieran problemas con el cobro de la pensión, dirigirse directamente al HSBC Bank en Madrid por email (pensionistas@hsbc.com) o llamando a los teléfonos 800 11 43 20 55 y 91 275 81 58.

El retorno, ¿sueño o pesadilla?

Uno de los principales problemas con los que se encuentran los emigrantes mayores retornados es la adaptación o reinserción en las sociedad española, especialmente si retornan a zonas rurales, ya que su mentalidad ha cambiado en la emigración y sus valores son diferentes a los de la gente de los pueblos que dejaron hace muchos años.

“Me costó más de lo que pensaba”, cuenta Angela Basilio, retornada con su marido Juan el pasado mes de septiembre a un pueblo de la provincia de Cáceres, su lugar natal en el Valle del Jerte. Retornaron, él prejubilado y ella cobrando la prestación por desempleo, dejando a sus dos hijos en Alemania. Los trámites para el retorno no les causaron problemas, “todo se arregló muy rápido”, comenta. Tampoco tuvieron necesidad de buscar una vivienda, porque tienen una casa en el pueblo. Ella, todavía en edad laboral, dejó su trabajo para volver a España. “Trabajé 26 años en el mismo sitio”, dice, pero antes de salir de Alemania se registró como parada para exportar la prestación por desempleo. Ahora se le están terminando los meses en los que tiene derecho a percibir dicha prestación y no sabe quién le puede informar de lo que tiene que hacer, ni a qué prestaciones o subsidios tiene derecho después. Según dice, llama a las instituciones a Cáceres y nadie le da la información que necesita, cree que los mismos funcionarios no están al tanto y que, como ella no había trabajado nunca en España antes de emigrar, no figura como afiliada a la Seguridad Social española, lo que dificultaría más las cosas.

Pero no es solo la gestión de su desempleo y la posible desinformación de los funcionarios locales al respecto lo que le preocupa. Angela se queja también de lo complicado que le resulta todo al retornar, la adaptación a la sociedad, a la forma de ser de la gente y a las costumbres del pueblo, a las que asegura que no quiere adaptarse otra vez. Para llenar su tiempo libre trató de encontrar alguna actividad útil o algún curso en el que participar, pero “no me puedo apuntar a nada, porque no hay nada”, asegura. Así que está lo menos posible en el pueblo, visita mucho a su hermana y confiesa que ya comentó con su marido la posibilidad de volverse a Alemania. También a Dolores Orzáez y a su marido, retornados a Granada desde hace ya cinco años, les cuesta adaptarse al nuevo entorno, tras 43 años viviendo en Remscheid. “Es otra emigración”, dice Dolores, “y así nos tratan aquí, como si fuéramos extranjeros”, y eso a pesar de tener familia allí, especialmente a su hija, que trabaja como funcionaria en la misma ciudad.

Tienen también otro hijo que se quedó en Alemania, pero aunque en Granada se sienten “a medias”, no piensan tomar el camino de vuelta. Les costó tomar la decisión del retorno, pero una vez tomada parece que es definitiva. Quejas sobre la Administración o problemas con la sanidad o la gestión de las pensiones no tienen, “todo se solucionó sin problemas, todo está bien”, asegura durante una breve entrevista telefónica.

Aplazando el momento de retornar

La adaptación y reintegración en la sociedad española parece más fácil cuando se retorna a una ciudad más cosmopolita. Este es el caso de Mercedes Tirados, que planea retornar con su marido a Madrid “dentro de un par de años”, dice, porque les gusta la ciudad y tienen allí una vivienda y familiares y amigos. Desde noviembre de 1971 viven en Wermelskirchen, ciudad del Land Renania del Norte y Westfalia, una zona en la que residen muchos emigrantes españoles. Aunque ambos son jubilados, están retrasando el retorno para poder ayudar a sus hijos con el cuidado de los nietos, pero tienen un contacto intenso con España. Su hija menor vive en Tenerife y ellos mismos pasan tres veces al año temporadas en su piso en Madrid. Además, también participan en los viajes del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso). Aunque Mercedes es procedente de la provincia de Zamora y tiene allí una casa, prefiere retornar a Madrid, ciudad de procedencia de su marido.

En Alemania echa de menos la gran oferta cultural de la capital madrileña, los parques y museos y tantas otra instituciones y lugares turísticos que se pueden visitar, incluso “algunos de entrada gratuita”, comenta. Aficionada a la lectura, visita siempre la Feria del Libro, a la que viaja expresamente. Mercedes recuerda su infancia en el pueblo, donde desde muy joven tuvo que trabajar duramente en el campo, desde los siete hasta los veinte años, “aunque lo que yo quería era estudiar, pero no me dejaron y hasta le escribí a Franco para pedirle ayuda”, confiesa, así que en 1966 ya lo único que quería era marcharse del pueblo, emigrar.

Sobre los trámites necesarios para el retorno, cree que cuando llegue el momento no tendrán problemas, como tampoco los tuvieron para arreglar los papeles para la jubilación. “Nos han ayudado mucho”, comenta, y se muestra agradecida por el buen trato recibido en las instituciones alemanas locales, especialmente en la Oficina de Empleo. Quiere resaltar también lo agradecida que le está a este país, donde “tuve la posibilidad de trabajar y elegir libremente el trabajo que he querido” y, añade, “siempre me han tratado con dignidad” y también le han dado facilidades en la empresa donde trabajaba para coordinar los turnos de trabajo con los de su marido. Así pudo conciliar el empleo y la atención a los hijos en aquellos tiempos en los que el permiso de maternidad era solo de tres meses. De lo único que realmente se queja es del programa de la televisión internacional española, pues dice que no tienen en cuenta a los espectadores mayores. A ella le gustaría que pusieran más reportajes interesantes y menos concursos, y que evitasen las asiduas repeticiones. “Es que no piensan en nosotros”, insiste.

Renuncian al retorno por la situación en España

Juan Antonio Morgado llegó en 1971 a Alemania procedente de Cataluña, de Mataró concretamente, donde todavía vive casi toda su familia, pero sus orígenes están en Extremadura. Antes de emigrar ya había trabajado en la Comunidad catalana. En Alemania trabajó de carpintero y tuvo, al principio, bastantes dificultades de integración, sobre todo por la dificultad del lenguaje. Ahora lleva cinco años jubilado. Él y su mujer Isabel pensaban siempre en volver a España cuando dejaran de trabajar, pero cambiaron las cosas y finalmente han decidido quedarse en Alemania. El motivo, la actual situación en España, que dice que no les parece favorable para volver, pero especialmente influirían en la decisión una hija y una nieta de las que no quieren separarse. Con la idea del retorno compraron una casa en Blanes para pasar las vacaciones y vivir allí de mayores, pero cambiaron de idea. Les gusta ir allí una o dos veces al año. “Me gusta ir y ver a la familia, pero también me gusta volver”, puntualiza. Prueba de ello es que acaban de comprarse la casa en la que estaban viviendo de alquiler en la ciudad alemana de Remscheid.

Sobre las dificultades con que se encontró en Alemania, dice que al principio lo más difícil para él fue el idioma, sobre todo porque el primer año había trabajado con españoles y así no podía aprender nada de alemán, pero luego comenzó a trabajar con alemanes y esto le ayudó, aunque, “como solamente había hecho en España los estudios primarios, me era difícil aprender este idioma tan complicado”, dice. En el ámbito laboral no tuvo problemas. “Si haces bien tu trabajo nadie se mete contigo”, asegura. Su vida social en Alemania se mueve principalmente entre la Misión Católica de Lennep y el Centro Español de Wermelskirchen, donde cada domingo por la tarde se encuentran él y su mujer con otros emigrantes españoles y sus familias para charlar, tomar la merienda y jugar a las cartas, al bingo o algún otro juego. Pero también tienen amigos alemanes, incluso en la asociación, porque van bastantes matrimonios mixtos. Además, asisten a cursos organizados por la Coordinadora Federal del Movimiento Asociativo en Remscheid, como el curso de Informática de los sábados o los seminarios especiales para mayores. La Coordinadora también les mantiene informados, vía internet, de los temas de interés para los españoles residentes en este país y les ofrece charlas informativas y talleres.

Juan Antonio se siente contento en Alemania. Dice que con sus pensiones de jubilación pueden vivir desahogadamente y asegura que no se arrepiente de haber emigrado. “No me quejo de este país, me encuentro muy a gusto aquí” .

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