NUEVA EMIGRACIÓN

El Reino Unido deja la UE: una fractura social, emocional y burocrática sin precedentes

David Casarejos, izquierda con traje, informando a la colonia española en Leeds.
Asistentes a uno de los actos organizados por el Consejo de Residentes Españoles.
Reunión informativa organizada por el CRE en Manchester.

La noche del 23 de junio de 2016 la vida nos cambió a mal a muchos españoles en Reino Unido.

Nadie esperaba el desarrollo de los acontecimientos y el resultado de un referéndum que daba por ganado la opción del ‘Remain’, decisión de seguir en la Unión Europea.

Todas las encuestas, aun siendo ajustadas, daban ganadora a la opción del sentido común frente a la del enfrentamiento y con la consecuencia de romper una relación que les llevó de un país en estado de crisis económica perpetua, al éxito económico de los años 90 y que ha durado más de 40 años.

A días de la salida formal de la Unión Europea, la falta de claridad sobre lo que va a pasar, deja claro que ciertas decisiones no han de tomarse a cara o cruz, y con solo el 37% de los votantes acudiendo a las urnas, con ciertos referendos deberíamos cuestionar su validez.

Reino Unido vs. Unión Europea

No solo en baremos económicos podemos valorar esta relación, de décadas, sino también teniendo en cuenta el factor humano que ha sido positivo para ambas partes. La movilidad de trabajadores, y de estudiantes a través del programa Erasmus, es desde mi punto de visto uno de los activos más interesantes de esta Unión Europea.

Una Unión Europea que contó curiosamente con un británico como uno de sus creadores. El 19 de septiembre de 1946, Winston Churchill pidió la creación de unos Estados Unidos de Europa. Y es incluso más curioso que otro británico, también defensor de la Unión Europea, Lord Kerr, creó el Artículo 50 que Reino Unido ha usado para comenzar la salida, con el aislamiento internacional y pérdida de peso político en organismos internacionales, ante la falsa promesa de un revanchista “más tienen ellos que perder”.

Cierto es que nunca Reino Unido había mostrado el compromiso sin fin que muchos estados miembros han mostrado con la Unión Europea y Maastricht fue un inconveniente, y no se unieron al Euro, ni al tratado de Schengen, ni eran proclives a una mayor integración de los países en este nuevo ‘súper estado’. Hoy muchos se rasgan las vestiduras ante la creación de un ejército europeo y la idea de un estado federal les rechina.

Razones del resultado

La votación se saldó con un margen muy estrecho (52-48) y un referéndum no vinculante, ante la apatía generalizada, de repente se tornó en una decisión de ‘brexit significa brexit’, slogan usado hasta la saciedad.

Un referéndum marcado por grandes diferencias en voto dependiendo de varios factores:

-Los más mayores votaron hacia la salida de la UE, mientras que los más jóvenes votaron por un futuro dentro de Europa.

-Las zonas rurales, que dependen mucho de la mano de obra extranjero (os suena El Ejido), votaron por un Brexit que sin duda empobrecerá sus áreas; y los grandes núcleos urbanos votaron mayoritariamente por mantener la relación.

-Ciudades como Sunderland en el norte de Inglaterra, y otras urbes en las Midlands, que dependen del sector de automoción, igualmente votaron por salir y ahora ven como Toyota, Nissan y otros fabricantes mueven producción o la congelan ante la incertidumbre del brexit y posibles barreras comerciales.

-A los 3 millones de europeos en Reino Unido no nos dieron la posibilidad de votar, así como se la negaron a sus ciudadanos viviendo en Europa.

Muy pronto, a las 8 de la mañana del día siguiente, el mayor artífice de esta decisión, Nigel Farage, líder del Partido por la Independencia de Europa, UKIP, ya reconocía socarronamente que algunos de los eslóganes y promesas hechas durante la campaña, como los 350 millones de libras semanales que se reinvertirían en el sistema sanitario, eran solo triquiñuelas para ganar este referéndum. Él quería la independencia, pero sus hijos por si acaso ya tienen también la nacionalidad alemana.

¿Como se llega a esta situación? Pues con el descontento de zonas del norte de Inglaterra, y de Gales, previamente industrializadas, y con unas tasas de pobreza muy altas comparadas con la media de la Unión Europea y que al buscar a un culpable prefieren mirar a los ‘burócratas no elegidos’ en Bruselas.

Este mantra y otros muchos se repiten hasta la saciedad, así como el “antes que un mal acuerdo es mejor un no acuerdo”, o la famosa anécdota de la queja de que la Unión Europea fije la curvatura de los plátanos que pueden ser vendidos.

Y los europeos, más de 3 millones, nos encontramos con que nuestro hogar (yo llevo más de 20 años aquí), al parecer ha mostrado con este resultado que quizás no está tan contento con que estemos aquí…. La primera razón de este voto era el nulo control sobre la inmigración que no era culpa de la Unión Europea y sin embargo decidían no pedir explicaciones a su Ministerio de Interior, único culpable de esta situación.

Efectos en la migración

La población española en Reino Unido, tras la crisis de 2008, empieza a subir de manera exponencial y no solo varía la cantidad, sino también el perfil del español medio que emigra.

Atrás quedan los ‘erasmus’ o traslados temporales por trabajo que antes eran la gran mayoría de población española que emigraba a Reino Unido, y empezaron a llegar de manera más común familias enteras y trabajadores que llegaban sin billete de retorno y no con la única intención de mejorar el inglés y volver a sus casas.

Todos los emigrantes, siguiendo la libre movilidad de trabajadores en la UE, llegan a Reino Unido sin ningún tipo de control por parte de las autoridades británicas y sin obligaciones legales de registro, a diferencia con otros estados miembros.

Y aquí empieza mucho del problema, tanto por parte del ciudadano británico medio que ve que, tras la entrada de países del Este de Europa, empiezan a llegar centenares de miles de trabajadores que llegan a cubrir la demanda de trabajadores en sectores como construcción, granjas y agricultura, transporte o hostelería, como por parte de unos partidos políticos que de repente ven que el alinearse con posiciones xenófobas les gana un puñado de votos a expensas de abrir las puertas a discursos racistas y nunca vistos de manera tan pública en la hasta entonces políticamente correcta Inglaterra. Y digo Inglaterra, ya que, en Escocia, por ejemplo, se votó mayoritariamente por quedarse en la Unión Europea, y la actitud de sus partidos políticos hacia la ciudadanía europea y hacia la salida de UE dista de la de la mayoría inglesa en la House of Commons.

En Irlanda del Norte, territorio clave en la negociación de salida, hay que aclarar que se votó también mayoritariamente por quedarse dentro de la UE.

Nuevas reglas

Tras el referéndum hay un cambio en percepción y en política hacia los emigrantes. Hay que dar un golpe en la mesa y demostrar que las cosas van a cambiar y la Home Office (Ministerio del Interior) se encarga de diseñar nuevas reglas impuestas a todos los ciudadanos y que rebajarán nuestros derechos en caso de salida de la UE.

Todo ciudadano europeo antes del 31 de diciembre de 2020 (con 6 meses de prórroga, hasta 30 de junio 2021), tendrán que registrar su ‘settled status’ (derecho de establecerse tras 5 años de residencia).

Los ciudadanos españoles, tradicionalmente y basándome en más de 2 décadas de vida en estos lares, somos ciudadanos bien acogidos. Se debe en gran parte por los millones de británicos que veranean en nuestras costas y nos ven como una cultura amigable y abierta hacia ellos. Igualmente, los centenares de miles de pensionistas británicos en España también pesan de manera clara en la balanza para que seamos más aceptados.

Los emigrantes europeos, hasta el 2016, trabajábamos y vivíamos en Reino Unido, sin ningún problema y ajenos a los problemas de otros emigrantes no europeos. En mi ‘mea culpa’ particular está el no haber luchado más activamente por la no discriminación de los colectivos emigrantes que están en Reino Unido, principalmente minorías étnicas (y no tan minorías) que han sufrido durante décadas un tratamiento parecido al que proponen a los europeos ahora y no veíamos tan clara la discriminación. La discriminación solo se ve clara cuando tú eres también discriminado.

La xenofobia va por grados y parece que los xenófobos perciben de mejor manera un ciudadano europeo que aquellos de otros continentes.

Parece ser que la falta de control de la emigración no fue nunca algo a achacar a la UE y si a la ineptitud o falta de recursos de un Ministerio de Interior británico que sigue acuciado por unos recortes del Gobierno de Teresa May que están llevando a situaciones de crisis preocupantes a todos los sectores, pasando por hospitales, sector educativo o infraestructuras.

Esta falta de control hay que unirla con los datos que prueban que la inmigración europea tras el referéndum ha bajado a números de hace de una década y sin embargo la de ciudadanos de fuera de la UE está creciendo exponencialmente.

Este hecho, junto a la ya aludida xenofobia de diversos grados, hace que de repente empiecen a publicarse encuestas en las que se muestra que hay un cambio de sentido en el parecer sobre la emigración europea. Organizaciones como el Royal College of Nursing, claman al cielo ante la pérdida de miles de enfermeros europeos que se están volviendo a casa y miles que ya no vienen atraídos por una sociedad que se percibía a la vanguardia de los derechos civiles, laborales e históricamente acogedora.

Otros sectores como los veterinarios de salud pública, que trabajan siguiendo regulación europea en los mataderos para controlar la calidad de la carne, son masivamente europeos y menos del 1% de esa fuerza laboral son británicos.

Del número total de veterinarios en este sector específico, un tercio son españoles y esta área la conoce a la perfección uno de los candidatos en nuestra lista del Consejo de Residentes Españoles (CRE), Juan Ávila, que es director de la compañía que recluta a la mayoría de estos veterinarios.

Tener en cuenta el peso de la población europea en diversos sectores ayuda a que se estén dando cuenta de que el brexit no solo cambia el mapa económico europeo y mundial, sino también el mapa de movimiento migratorio de personal, tanto cualificado como no cualificado, tan necesario en economías que intentan seguir creciendo y con una población que envejece… y les hace más gracia que aquel que cuida a sus mayores sea un español como los de Benidorm, en vez de alguien, que venga de una cultura lejana, o no tan lejana, pero con un color de piel diferente.

El brexit nos hace dudar del sistema ya que en 20 años podríamos sufrir lo que nuestros compañeros emigrantes del Caribe han sufrido en el último año con el polémico escándalo con la generación del Windrush. Decenas de miles de trabajadores procedentes principalmente de Jamaica y Trinidad y Tobago llegaron desde 1948 hasta finales de los años 60 para ocupar todos los puestos que no se lograban cubrir tras las pérdidas humanas de la Segunda Guerra Mundial. A muchos los han ido deportando este año por no poder probar que llevaban décadas en Reino Unido.

Aspectos positivos

El cambio brusco de dirección tras el referéndum nos cogió a los confiados ciudadanos europeos en Reino Unido desprevenidos, pero no hay mal que por bien no venga.

Uno de los grandes logros es que rápidamente nos empezamos a juntar para buscar soluciones y los ciudadanos europeos nos empezamos a ver como colectivo organizado por primera vez.

Grupos nacionales de apoyo y europeos salen a la luz, como los ‘3 Millions’, en los que nos sentimos representados por Silvia González y María Luisa Llorente, como punta de lanza, y que llegan allá donde un Consejo de Residente no puede llegar. Este colectivo nos representa de manera voluntaria en reuniones, tanto en Bruselas como Londres, con un equipo multinacional, luchando de manera continua y persistente, defendiendo nuestros intereses.

Antes ya había muchas otras organizaciones ayudando a la población española de manera altruista, como la Oficina Precaria de Escocia, y en el último año han redirigido parte de sus esfuerzos a organizar eventos de información en Edimburgo y en Glasgow, donde acaban de abrir su segunda sede en Escocia.

En momentos de miedo, la desinformación no ayuda y leyendas urbanas, rumores infundados y una población que se cree a pies juntillas lo que se publica en redes sociales, empiezan a demandar ayuda de instituciones y de organizaciones ciudadanas.

El papel del Consejo de Residentes

El Consejo de Residentes (CRE) de Edimburgo que se formó en septiembre de 2016, tras mucho trabajo desde muchos meses atrás, tuvo que cambiar el rumbo del programa de trabajo inicialmente creado y que no consideraba el brexit una posibilidad.

De un programa inicial en el que contábamos con los Derechos Civiles, aulas ALCE, ayudar a la creación de grupos de ayuda ciudadana como Comisión de Acogida, crear eventos para informar de nuestros derechos, etc., tuvimos que incluir como principal punto la defensa y la información ante el brexit.

Esto supuso un incremento en carga de trabajo y tener que mover los pocos recursos en tiempo y personal hacia esta área en detrimento de otras partes claves. El único punto del programa que sigue teniendo parecido nivel de recursos es el área educativa y con el impulso y ayuda del CRE 8 escuelas suplementarias están ya abiertas o camino de abrirse.

El CRE, a través de nuestra consejera Mari Cruz García, organiza reuniones mensuales en las que contamos con la presencia de colectivos en Reino Unido tan fuertes como Científicos Españoles en Reino Unido (CERU), Oficina Precaria de Escocia, Coalición de Españoles en Londres, ‘3 Millions’, Comisión de Acogida Norte, y también con la participación del Consulado y de la Embajada a través del consejero/a político y de la ventanilla única.

Aparte de estas reuniones internas, miembros del CRE, con la ayuda de Sylvia Ordax de Coalición de Españoles en Londres, han formado y siguen formando parte de proyectos de la Home Office en relación con el nuevo status que tendremos los ciudadanos europeos en esta futura situación que se nos presenta.

Dentro de estas labores está desde probar la aplicación del móvil que servirá de soporte para rellenar el tramite burocrático para la nueva situación del ‘settled status’, a reunirnos con grupos de trabajo para aportar nuestra visión y demandas ante la nueva situación.

Desde tan pronto como ha podido, el CRE junto a la Embajada, organizó charlas que ya han llegado a fecha de hoy a Manchester, Glasgow, Leeds, Edimburgo, Aberdeen, y que en próximos meses aparte de repetir estas ciudades llegarán a otras como Liverpool, Newcastle y a todas aquellas que nos lo pidan.

En estas charlas estuvo nuestro actual director de Consulares, Juan Duarte, en su anterior puesto como consejero Político de la Embajada en Reino Unido, o su colega en la Embajada, como consejera de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Reyes Zatarain del Valle.

Estas charlas son, sin duda alguna, la joya de la corona de las reuniones que el CRE organiza y logran una atención por la población española que otros eventos de otra índole nunca consiguen.

Igualmente, el CRE, a través de mí como consejero por Reino Unido en los dos últimos plenos del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior (CGCEE), llevó a este órgano de representación de la colectividad española en el exterior varias propuestas encaminadas a la mejora de servicios consulares en Reino Unido, en relación con el brexit, y esta propuesta, reescrita por la Comisión de Derechos Civiles y Participación que la modificó pidiendo este incremento allí donde se necesita manteniendo el énfasis en Reino Unido (debido a la problemática del brexit), fue aprobada por los compañeros Consejeros.

La propuesta se materializó con el anuncio por el Gobierno del PSOE hace apenas dos meses, cuando se aprobó la reapertura de un consulado que nunca debió cerrar, el Consulado de Manchester.

El cierre del Consulado, como todas las medidas de recortes, se hizo para apaciguar los ánimos de aquellos que quieren reducir servicios sociales, incluso a aquellos que viviendo fuera tenemos una vida, en muchos casos de manera forzada como emigrantes económicos, más difícil.

Este cierre fue un error, primero por el momento en que se lleva a cabo al comienzo de una crisis económica que acabó empujando a la emigración justamente a aquellos lugares donde menos esfuerzo se estaba haciendo para ofrecer un servicio justo y eficiente.

Conseguir hacer trámites de manera eficiente y fácil no existe para los emigrantes y en 2019, y sin posibilidad de usar la tecnología acorde a nuestros tiempos; y sin poder hacer los trámites de manera electrónica, se nos exige para ciertos procesos el hacerlos de manera presencial en 2 consulados separados por más de 600 kilómetros; y con un número de personal no adecuado a la demanda de la población emigrante española con más crecimiento en 2018 en todo el mundo, con más del 10% de incremento.

Y comieron perdices…. pues no. Ante las nuevas elecciones generales el 28 de abril, estamos a expensas de que el nuevo Gobierno formado se decida por abrir este ansiado tercer consulado que ayude y mitigue la carga de trabajo de Edimburgo y Londres.

Hay que tener en cuenta que el número de residentes registrados en Reino Unido no se acerca al número real de residentes españoles viviendo en este país. Nadie conoce de la exigencia legal de registrarse como español residente permanente o temporal en los consulados cuando van a vivir fuera y esto quizás se deba a un interés en que no se conozca el tamaño real de la nueva emigración que se ha desplazado a Europa, aliviando las estadísticas del paro estatal y evitando de igual forma que muchos de estos trabajadores tengan voz y voto, forzándolos a saltar mil obstáculos a través del maquiavélico voto rogado.

Así como tampoco saben de la existencia de los Consejos de Residentes en el extranjero, aunque quizás esto dé para una serie de artículos para indagar en por qué no se nos promociona como se debería.

Futuro

En el momento en que escribí la primera versión de este texto, como ahora días después, y con muchos eventos que están sucediendo, incluido una comparecencia de urgencia de Teresa May, para culpar a todos menos a ella, sabía que, en cuestión de horas, el resultado del Brexit puede variar de un extremo al otro. De una salida brusca sin tratado, a una extensión, que podría llevar a un segundo referéndum y una posibilidad de mantener a Reino Unido en la UE.

Ciertos cambios no tienen vuelta atrás. De ahora en adelante todo emigrante que llegue a Reino Unido y quiera quedarse tendrá que pasar por una petición para legalizar su status.

Los derechos, a no ser que se decidiera no salir de la UE, variarán y habrá muchas condiciones a tener en cuenta.

Los residentes españoles, si necesitamos salir de Reino Unido por un periodo mayor de 5 años, perderíamos el derecho a seguir viviendo ilimitadamente en Reino Unido.

Se acabaron los viajes sin billete de retorno, por probar la aventura y para periodos de más de 3 meses se propone el sacar un visado.

En el caso de querer nacionalizarse británico, pagaríamos más de 1.575 euros, al tipo de cambio en el momento en que escribo, con uno de los pasaportes más caros que existen.

En muchas profesiones, ante un escenario de no tratado, se habla de poner cuotas dependiendo de la profesión y así tratar de atraer a trabajadores muy cualificados, sin tener en cuenta que este país vive del sector servicios principalmente y la población que abre los McDonalds, Starbucks, y miles de restaurantes, bares, trabajan en casas de ancianos, recogen fruta de sus granjas, o limpian son, en su mayoría, ciudadanos emigrantes, ya que su población no es atraída por aquellos trabajos que son peor pagados.

En el peor escenario, aparte de incrementar medidas anti-inmigración, incrementando la xenofobia, también nos aplicarán clasismo, separándonos en aquellos preparados y aquellos menos preparados, y las posibilidades de reunificación familiar en muchos casos pasarán por cuánto de grande es el salario de una persona.

Lo peor no es lo que vendrá, sino lo que ya llegó.

El sentirte en tu hogar se ha disipado y nos han gritado alto que no, que no somos como ellos y somos extranjeros. Nos están poniendo en nuestro sitio, somos ciudadanos de segunda y ahora hay más gente dispuesta a utilizar nuestra nacionalidad u origen para discriminarnos.

Incluso nuestros gobiernos en el periodo del brexit han mostrado más interés en los pensionistas británicos en Benidorm que en nosotros. Ellos dan algo de dinero en áreas turísticas y nosotros aliviamos la tasa de paro en España mientras vivimos fuera. Ellos en muchos casos usan más recursos de servicios sociales debido a la necesidad de asistencia médica por su media de edad, y nosotros producimos un beneficio neto en sus arcas, a base de dar nuestros años más productivos, sin haberles costado un duro nuestra formación.

El brexit ha venido para quedarse. Muchos españoles se están volviendo a España o mudándose a otros destinos, y muchos más volverán a no ser que surja un milagro y el orgullo por una vez sea superado por el sentido común.

* David Casarejos, miembro del Consejo de Residentes Españoles de Edimburgo y del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior (CGCEE).

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