Al inicio de su sexta década de vida, el viejo Hogar Español de Montevideo, ahora denominado Española Hogar, celebró junto a residentes, familiares y socios de distintas instituciones, el Día del abuelo en el que, además de un almuerzo especial, también se disfrutó del grupo folklórico del Centro Gallego y diversas actividades lúdicas para los usuarios de la institución.
El pasado 19 de junio fue feriado en Uruguay ya que se recordaba el nacimiento del prócer José Artigas hace 259 años, y es justamente por ese motivo que se celebra el Día del abuelo en el país.
El frío del Atlántico sur se ha instalado desde fines de mayo para quedarse en todo el Uruguay, con temperaturas bajo cero en algunos lugares, pero al mediodía del lunes 19, en el residencial de ancianos del camino de las Instrucciones, donde funciona el buque insignia de la colectividad española, el calor de los visitantes llenó también de alegría a los poco más de un centenar de residentes, en su mayoría emigrantes que llegaron a estas tierras en el siglo pasado y hoy pasan sus últimos años en esta aldea española.

La organización estuvo a cargo de las nuevas autoridades del ahora denominado Española Hogar, bajo la gestión de una nueva junta directiva que preside una fundación donde la mayoría de esta representa a la Asociación Española Primera de Socorros Mutuos, en tanto la minoría es nombrada por el resto de los clubes que fundaron el viejo geriátrico.
Familiares de los residentes, la Comisión de Damas que acompaña a los mismos organizando eventos para divertirlos, así como también regalos para que ninguno quede sin su fiesta de cumpleaños, disfrutaron de un almuerzo que el personal del Española Hogar preparó especialmente con un guiso de lentejas y de postre la tradicional pasta frola.
Por la tarde la fiesta continuaba con juegos y música, además de la actuación del grupo folklórico Enxebre del Centro Gallego que con sus panderetas y canciones tradicionales despertó los recuerdos más gratos en los emigrantes que viajaron con su imaginación por la España de su infancia.
Entre los emigrantes que allí se encuentran, está desde hace poco menos de diez años, José Manuel García, un asturiano hijo de padre y abuelos mineros, que llegó en el siglo pasado a Montevideo y terminó estableciéndose en un local del barrio de Pocitos, adonde instaló un bar en el que se reunían parroquianos de la zona y también integrantes de la colectividad.

“Pasaban toda la semana más españoles por mi bar que por los clubes de la colectividad”, confiesa García, quien tras ser atropellado en la calle sufriendo varias fracturas en sus piernas, llegó hace doce años al Española Hogar para recuperarse, volviendo luego a su domicilio.
Sin embargo, su hijo ya se había hecho cargo del bar y él encontró más saludable vivir en la residencia y así liberar a su familia de ser una carga para ellos.
A José le conocimos en su negocio en la última década del siglo pasado, y era tal como él explica hoy, ya que directivos y emigrantes que iban a muchos clubes, se daban cita allí todas las tardes para jugar al tute y también se organizaban campeonatos de truco.
Pero ahora todo aquello es un buen recuerdo para el asturiano que aseveró que “aquí me atienden muy bien, tengo mi cuarto limpio, me vienen a traer la medicación, me ayudan a bañarme, tengo las cuatro comidas y además disfrutamos de fiestas los viernes donde bailamos, yo no porque me movilizo poco, pero canto y me divierto con todos los paisanos que vivimos aquí”.
Esta fiesta ha quedado en el recuerdo de los emigrantes que viven en la aldea española ahora gerenciada por Victoria Maldonado que continúa bajo la supervisión de la mutua Asociación Española con el mismo espíritu de aquellos españoles que fundaron el siete de abril de 1964 una casa de acogida para sus paisanos más ancianos y desamparados.