Con la Ley en la mano

¿Cuántos ciudadanos buenos quedan?

Por Ricardo Martínez Barros

Ricardo Martínez Barros.

No oculto que la figura del orador, estadista y abogado romano MARCO TULIO CICERÓN tiene para mí una especial atracción y vigencia por su impecable trayectoria y lucidez en sus planteamientos, tanto profesionales como sociales. Amante defensor de la legalidad y del orden definió al “buen ciudadano como aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretenda hacerse superior a las leyes”.

Ahora mismo nos movemos entre la confusión y el atolondramiento. Ya no sé muy bien la línea que separa la derecha de la izquierda, el conservador del progresista, el ciudadano del norte o del sur. Y me niego a colocar el norte arriba y el sur abajo. Y más aún después de oir la premonición que hace unos días señalaba el director del Laboratorio de Física Espacial y Atmosférica de la Universidad de Colorado (EE.UU.), Daniel Baker, “que el Polo Norte y el Polo Sur están cerca de intercambiar posiciones”.

Por eso este cambio de gobierno en nuestro país, en el que todos a una iban contra otro, no sé si obedece a posiciones personales y de odio o a posiciones sociales y de compromiso. Con LA LEY EN LA MANO tendrá que cambiar de “cabecera” y titularse con la LEY EN LA CONCIENCIA, siempre que la conciencia obedezca a criterios de razón y sensatez, virtudes estas que están muy lejos de los radicalismos y de las exclusiones. Y nos da lo mismo que el Norte esté en el Sur y el Sur en el Norte, porque, a la postre la línea que separa a ambos hemisferios es artificial y de conveniencia, y aquí sólo tiene que valer el interés por el bien común.

Con este panorama mucho me temo que iremos quemando los tiempos sin que exista una conciencia social sobre la necesidad de adentrarse en el mundo de la emigración (cada vez más complejo y extenso). A lo mejor es que este problema debe pasar por el bautismo de un 15-M o regenerarse asaltando las murallas de la Bastilla para quemar el “viejo régimen” y encontrar “el nuevo” que dé un giro copernicano en donde el Norte y el Sur estén intercambiando continuamente sus posiciones

¿Cuántos ciudadanos buenos quedan? es una pregunta obscena y atrevida, y que no resiste el porcentaje bíblico del diez por ciento que pudo salvar a Sodoma y Gomorra. Ya no es una cuestión de buenos y malos, porque ya sabemos que los malos sólo están en el norte o en el sur, pero no en los dos polos al mismo tiempo. Hay un sentido de exclusión enfermizo que está impregnando los poderes públicos (judicial, legislativo y ejecutivo) y que conduce a esta sociedad a posicionarse “con” y “contra”. Así no es posible avanzar. Y menos en una materia, como la emigración, a la que los doctos tertulianos y comentaristas no le dedican ni un segundo porque están entretenidos en mantener sus posiciones radicales o en llenar sus estómagos con los “convolutos” de sus mecenas. Cierto que entre tanto “esbirro becado” hay que alabar la dedicación y esfuerzo que muchas personas, incluso políticos, están llevando a cabo para que los hijos de la emigración tengan la compensación a tanto sacrificio que hacen por esta España a la que, por encima de todo, siguen amando y ayudando. ¿Serán estos los pocos ciudadanos buenos que nos quedan?

Ricardo Martínez Barros es el fundador del Despacho Martínez Barros en Vigo, uno de los más prestigiosos y grandes de Galicia, formado por abogados gallegos. Director de los servicios jurídicos del R.C. Celta y Vicepresidente en su día. Persona ligada a la emigración con más de 1.500 artículos publicados en varios medios.

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