En Nueva York hay una floreciente comunidad vasca desde hace más de un siglo, pero lo que muchos no saben es que durante 37 años, desde junio de 1977 hasta febrero de 2014, la Iglesia de la ciudad de los rascacielos estuvo cogobernada ininterrumpidamente por un vasco, pues tuvo dos obispos auxiliares consecutivos nacidos en Euskadi: los guipuzcoanos Francisco Garmendia Ayestarán –hasta 2001– y Josu Iriondo Zabaleta. Se entregaron por completo a la comunidad hispana inmigrante, que registraba un crecimiento espectacular en todo el país, hasta convertirse por primera vez en 2003 en la primera minoría étnica, por delante de los afroamericanos, y, al tiempo, no dejaron nunca de mantener estrechos lazos con la colectividad vasca.
El primer obispo hispano de Nueva York
Monseñor Garmendia nació en Lazkao en 1924, en el seno de una familia de once hermanos, entre ellos dos mujeres que fueron monjas de clausura, una en Estella y la otra en Astigarraga. En 1935 ingresó en el seminario de los Canónigos Regulares Lateranenses (o de Letrán) y en 1947, a los 23 años de edad, fue ordenado sacerdote en Vitoria.
Después de estudiar inglés durante dos años en Inglaterra, fue trasladado a Salta (Argentina), donde enseñó química y la lengua de Shakespeare en el Colegio Belgrano, renunciando a sus fines de semana para ministrar a la comunidad nativa. Su experiencia con la diversidad despejó el camino para su posterior misión en Nueva York, a donde fue enviado en 1964. Su primer destino fue la parroquia de San Pedro, en el suburbio de Yonkers, donde empezó su relevante trabajo entre los inmigrantes hispanos.
En 1975 fue incardinado en la archidiócesis de Nueva York y en 1977 el papa Pablo VI lo designó obispo auxiliar (el arzobispo era el cardenal Terence Cooke). Fue el primer obispo hispano de la ciudad de los rascacielos y durante 25 años estuvo oficiando en la parroquia de Santo Tomás de Aquino.
En 1986, el cardenal John O’Connor lo nombró vicario del sur del Bronx –antes había sido vicario para Asuntos Pastorales Hispanos-, cargo que ocupó hasta su retiro en 2001, dedicando todo su esfuerzo a ayudar a la comunidad hondureña y latina en general. En aquel entonces, el Bronx era el barrio más peligroso de la ciudad, pero las numerosas procesiones del obispo Garmendia por las calles del sur con el Santísimo Sacramento, los viacrucis de los Viernes Santo y las asambleas del Rosario en el parque Crotona cada mayo y octubre contaron una historia del distrito bien diferente a la que relataban los periódicos, llena de crímenes y drogadicción.
En 1990, después del trágico incendio del Happy Land Social Club, cofundó el Centro de Recursos para el Desarrollo de la Comunidad, más conocido como la Línea de Esperanza, un servicio gratuito que sigue brindando asistencia legal, material y espiritual a miles de inmigrantes. El Happy Land era un club nocturno frecuentado por hondureños y otros hispanos al que prendió fuego un cubano despechado con su novia. En el suceso murieron 87 personas, la mayoría hondureños. El obispo se enfrentó incluso con el alcalde de Nueva York para defender a los afectados por la tragedia, al denunciar los nulos controles e inspecciones que se realizaban en el local, que no tenía ninguna salida de emergencia. En cada aniversario, celebraba una misa con todos los familiares de los fallecidos, la mayoría hondureños, y luego realizaba una procesión.
Garmendia fue, además, un pionero en el uso pastoral de los medios de comunicación. El mensaje diario de esperanza de tres minutos que compartía con los oyentes hispanos de la popular emisora de radio WADO tuvo un gran impacto en muchas vidas.
El 7 de junio de 1997 celebró su cincuenta aniversario como sacerdote, recibiendo con ese motivo un homenaje por el Congreso de los EEUU “por su desinteresada devoción a la Iglesia y la comunidad hispana de Nueva York”. En 2001 se retiró como obispo auxiliar de Nueva York.
Falleció el 16 noviembre de 2005, a los 81 años, tras una larga enfermedad, mientras estaba al cuidado de las hermanas de Santa Rosa de Lima en Hawthorne. Una horas antes de su fallecimiento recibió en su habitación la confortante visita de la estatua viajera de Nuestra Señora de Fátima que había hecho escala en la capilla del centro por unas horas. Garmendia fue siempre devoto y propagandista del Rosario y todos sabían de su total dedicación a la Virgen María. Su lema episcopal era: “Soy todo tuyo, mi reina y mi madre, y todo lo que tengo es tuyo”.
Sus funerales tuvieron lugar en la catedral de San Patricio y fueron oficiados por el arzobispo de Nueva York, el cardenal Edward Egan. Está enterrado en el cementerio Gate of Heaven en Hawthorne.
Cuando murió, en el Centro Vasco de Nueva York se celebró una misa en su memoria. El obispo no se olvidó nunca de sus raíces y se mantuvo siempre en contacto con la comunidad eúscara. Itziar Albisu, quien fue presidenta durante siete años de la Eusko Etxea de Nueva York (el decano de los centros vascos de EEUU, con sede en Brooklyn), le recordaba así en una entrevista concedida a Radio Euskadi con motivo de su fallecimiento: “Para nosotros era Patxi; muchos le llamaban así en la Euskal Etxea, donde le recordamos como un hombre muy cercano. Todos los años celebraba la misa del Aberri Eguna y después le gustaba hablar con todos”.
En julio de 2011, siendo alcalde Michael Bloomberg, la ciudad de Nueva York renombró una de sus plazas para darle el nombre del prelado, como reconocimiento a los actos de servicio a la comunidad durante el tiempo que ejerció como máxima autoridad religiosa. Al acto acudieron su sucesor como obispo auxiliar, el también vasco Josu Iriondo, políticos neoyorquinos, una de sus hermanas y tres sobrinos, llegados expresamente desde San Sebastián. Antes de poner en la calle la placa con su nombre, se inauguró un pequeño museo con documentos y fotos que recordaban al sacerdote y se celebró una eucaristía. La iglesia estaba repleta, a pesar de que habían transcurrido cinco años desde su muerte y diez desde su retiro.
En Internet hay una web monográfica dedicada a él (bishopgarmendia.org) donde, entre otras cosas, puede visionarse un vídeo en euskera de 30 minutos en el que el habla de sus raíces vascas y su ministerio.
El obispo que recibió en euskera al lehendakari en San Patricio
Francisco Garmendia fue sustituido como obispo auxiliar de Nueva York por el también guipuzcoano Josu Iriondo. Nacido en 1938 en Legazpi, siendo el cuarto de una familia de siete hijos. Estudió en el seminario menor de los Canónigos Regulares de Letrán en Oñati y luego teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Fue ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 1962 en San Sebastián y durante varios años ejerció de profesor en el mismo seminario donde se formó.
En 1968 marchó a Estados Unidos. En 1996 fue incardinado en la Archidiócesis de Nueva York y un año después fue nombrado vicario para Asuntos Hispanos. En 2000 se hizo cargo de la parroquia de San Antonio de Padua, en el Bronx. El Papa Juan Pablo II le nombró obispo auxiliar de Nueva York y obispo titular de Alton el 20 de octubre de 2001, a los 63 años.
El 14 de octubre de 2013 concelebró con el cardenal Timothy Michael Dolan la primera misa vasco-americana desarrollada en la catedral de San Patricio con motivo del centenario de la Eusko Etxea de Nueva York, a la que asistió el lehendakari Iñigo Urkullu. Iriondo le dio la bienvenida en euskera y le deseó suerte en el desempeño de su responsabilidad institucional.
El 23 de julio de 2003 pronunció las oraciones fúnebres de despedida de la cantante cubana Celia Cruz ante unas 1.500 personas, entre las que estaban el alcalde Michael Bloomber y otras celebridades de la música latina como el panameño Rubén Blades, el dominicano Johnny Pacheco y los cubanos Paquito de Rivera y Gloria Estefan. En enero de 2014 fue nombrado Ciudadano Adoptivo y Distinguido de la República Dominicana por su servicio a la comunidad dominicana de Nueva York.
El 1 de febrero de 2014, el papa Francisco aceptó su renuncia por motivos de edad.