El Rey Felipe VI reclama una regeneración democrática tras alertar del desencanto hacia la política

Presidió la solemne Ceremonia de Apertura de la XII Legislatura de las Cortes Generales

Felipe VI pronunció su discurso ante la Reina Letizia, la Princesa Leonor y la infanta Sofía.

En su primer discurso de apertura de las Cortes, el Rey instó a los diputados y senadores de las Cortes Generales a “estar a la altura” de lo que los ciudadanos esperan de ellos y sean capaces de forjar grandes acuerdos actuando con “generosidad” y “responsabilidad”. El monarca advirtió de que el periodo de casi un año de interinidad del Gobierno abierto tras las elecciones del 20 de diciembre generó “inquietud, malestar, desencanto” e incluso “distanciamiento” de la política en muchos ciudadanos, además de “preocupación” en el plano internacional.

Pero una vez que “la crisis de gobernabilidad se ha resuelto” con “diálogo, responsabilidad y generosidad”, en un guiño a Ciudadanos, Coalición Canaria y Partido Socialista, animó a los parlamentarios a que demuestren “voluntad y capacidad de llegar a acuerdos, de lograr la mayor concertación en las cuestiones básicas”, lo que requiere del “compromiso de todos con el interés general para resolver los problemas de los ciudadanos”.

Tras felicitar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, por su investidura y desearle “muchos éxitos”, el Rey admitió que el país afronta en la actualidad algunas dificultades “serias y graves” que no pueden sin embargo “hacer olvidar” los avances en “libertad, convivencia y progreso” conseguidos en las últimas décadas desde la restitución de la democracia, un elogio a la Transición que fue muy aplaudido por el hemiciclo.

 Los retos

El jefe del Estado enumeró los principales retos que el país tiene por delante. Como la mejora de la cohesión social para que los más afectados por la crisis económica sientan “la solidaridad de la nación de la que forman parte”. Felipe VI consideró prioritario también regenerar la vida democrática combatiendo “con firmeza” la corrupción, que “tiene que llegar a ser un triste recuerdo”.

En referencia a las tensiones independentistas, sobre todo en Cataluña, resaltó que la Constitución de 1978 ya reconoce la “diversidad” de España como una característica que define su propia identidad. Advirtió de que “el respeto y observancia de la ley y de las decisiones de los tribunales constituye una garantía esencial de la democracia” y apostó por un diálogo “sincero y leal” en el que el autogobierno de las comunidades autónomas “preserve las exigencias de igualdad entre todos los ciudadanos y la solidaridad entre todos los pueblos de España”.

“Un diálogo que se vea fortalecido e impulsado por el espíritu fraternal entre todos los españoles”, porque “España no puede negarse a sí misma tal y como es; no puede renunciar a su propio ser; y no puede, en fin, renunciar al patrimonio común construido por todos y desde el que debemos seguir edificando un futuro compartido”. En su intervención, no faltó un recuerdo para las víctimas del terrorismo, ni tampoco una clara defensa del proyecto europeo.