Con la Ley en la mano

¿De qué color son las embajadas y los consulados?

por Ricardo Martínez Barros

Repasaba yo un interesante libro, “El Baluarte de la Hispanidad”, de Miguel Antel Ochoa Brun, y me detuve en aquel pasaje que le dedica a Don Diego Sarmiento de Acuña, Conde de Gondomar, gallego, y embajador en Londres, que gozaba de tanta influencia, representando los intereses de España, que consiguió de la Corte inglesa llevara a la horca a un malvado héroe nacional inglés, el pirata Sir Walter Raleigh, personaje que tanto daño hizo a la economía de España

Hace poco me llenaba de frustración la noticia que hablaba de un grupo de 128 españoles abandonados en la ciudad alemana de Erfurt. Me indigna cuando a un español ( me da lo mismos el “color” de su ropaje), que vive o viaja al exterior, no se le respeta en sus derechos y dignidad, pese a la buena voluntad y dedicación de nuestros representantes diplomáticos o consulares..

España no sólo dispone de embajadas y consulados en casi todos los países, sino que además se ve también representada por las Agencias Españolas de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), mas de 40 en todo el mundo, y por las sedes del Instituto Cervantes, creado en el año 1991. A todo ello hay que añadirle otros Organismos e Instituciones, empresas públicas y privadas, que también representan intereses españoles en el extranjero.

Todo está muy bien. Todo obedece a unos cánones universales que hay que seguir. Pero la pregunta no está en saber para qué sirven las legaciones consulares, que se contesta en las propias páginas del Ministerio de Asuntos Exteriores, sino si esa misión o función que ahora están ejerciendo es la más conveniente y exigible en un mundo en el que el dinero ya no es un instrumento sino un fin, en donde las empresas y los intereses comerciales han desbancado a cualquier otro interés, incluso al del propio gobierno que hace los nombramientos de los embajadores

Hay determinadas cuestiones que deben ser abordadas de inmediato si no queremos seguir perteneciendo al “club de los rezagados”. Nuestras embajadas y nuestros consulados deben sufrir una revisión inmediata en sus funciones preferentes, porque los intereses nacionales que ahora se discuten están más allá de lograr que un bandido pirata acabe en la horca o que una legación organice mejor o peor la visita del Jefe del estado o del Presidente del Gobierno. Las embajadas y consulados no sólo han de cumplir lo que por norma les viene conferido, sino que han de prepararse para ser mejores embajadores y cónsules en la defensa y proyección de los productos españoles y de todo aquello que suponga defensa de los intereses y derechos de cada español

Existe un malestar contenido sobre el papel que juegan nuestras representaciones diplomáticas. Y esto ya no es una cuestión de “color de partido”, sino que es una cuestión de Estado, y las cuestiones de Estado se analizan y resuelven por todos y entre todos, porque los tiempos de expedir pasaportes cuando se extravían, o prestar asistencia a los detenidos, o realizar funciones notariales o de registro, está bien, y han de seguir prestándose, pero ha de haber una proyección más amplia y competitiva que, si bien no tiene por qué ser el “buscar trabajo” a un emigrante (¿por qué no?), sin embargo ha de abarcar otras competencias que sean más acordes con las necesidades actuales, ¿O acaso la Política no tiene como finalidad primordial el HACER POSIBLE LO QUE ES NECESARIO?

Pues, venga…