La Blunda asegura que sin la intervención del Inaes el Centro Gallego de Buenos Aires ya habría cerrado sus puertas

El interventor señaló que los grandes problemas que debe afrontar el hospital son la baja masa societaria y la necesidad de renovar los equipamientos

La Blunda recibió a España Exterior en su despacho.

El responsable de la gestión del Centro Gallego de Buenos Aires en representación del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social de Argentina (Inaes), Carlos La Blunda, afirmó que sin la intervención del Estado argentino la centenaria institución ya habría cerrado sus puertas “hace rato”.

Así lo aseguró en una charla exclusiva que mantuvo con España Exterior en su despacho, en la que se refirió a la situación actual del hospital, las dificultades y retos que enfrenta para lograr ser autosustentable y a la ampliación otorgada por la justicia argentina respecto al plazo de la intervención de la entidad.

“Sin la intervención el Centro Gallego no tenía posibilidades de salir adelante, era imposible, porque cuando llegamos el hospital sólo tenía 40 camas ocupadas sobre una capacidad superior a las 300; la participación del Estado ha logrado que aumenten las posibilidades de conseguir recursos, por eso digo que si el Inaes no hubiera intervenido hoy la institución no estaría abierta de ninguna manera”, recalcó.

La Blunda asumió como único administrador del Centro Gallego el 25 de octubre de 2012, luego de poco más de un mes de haber cogestionado la entidad junto a la que fue la última junta directiva hasta la actualidad.

“La situación desde entonces cambió en todo sentido”, subrayó, mencionando como ejemplo que al asumir los médicos y trabajadores “llevaban entre dos y cuatro meses sin cobrar su sueldo, la ocupación de camas era muy baja, no existía el área de facturación, había muchos servicios que no se prestaban y pocos médicos clínicos, un desorden edilicio enorme, el tomógrafo no funcionaba, las calderas eran una catástrofe, el sistema eléctrico estaba colapsado…Es decir, había un deterioro total y así era muy difícil poder mantener el hospital”, explicó.

Según sus palabras, la intervención ha logrado que dos años más tarde la ocupación de camas se incremente de manera notable: “Este invierno tuvimos prácticamente 290 pacientes internados durante junio, julio y agosto, y el hospital no colapsó, los pudimos atender muy bien y con muy buenos resultados. Además hemos incorporado nuevos prestadores de salud como el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el PAMI, el Hospital Garrahan y el Hospital Posadas y en la actualidad tenemos 56 personas haciendo en el hospital su residencia médica, cuando eran sólo cuatro a nuestra llegada”.

Dos problemas muy graves

Sin embargo, y a pesar de que “el cambio ha sido muy importante”, reconoció que el Centro Gallego enfrenta dos problemas muy graves que hacen imposible que por el momento el hospital sea autosustentable: la muy baja masa societaria y la necesidad de modernizar la estructura tecnología de equipamientos para lograr así una mejor prestación de servicios y el abaratamiento de costos.

“Una de las causas principales del déficit es que sólo contamos con 9.500 socios, y así es muy difícil salir adelante porque no es lo mismo tener una masa societaria importante que pague todos los meses su cuota que tener que prestarles servicios a terceros que representan menores ingresos”, señaló, explicando que el Centro Gallego no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos a diferencia de otras instituciones sanitarias que supieron reconvertirse como el Hospital Italiano, que cuenta en la actualidad con más de 150 mil socios, el Alemán (80 mil) o el Británico (60 mil).

“A nadie le sobra el dinero: la gente no se asocia al Centro Gallego porque la mayoría de los que están en edad de trabajar ya cuenta con una obra social y no van a pagar una cuota cuando ya cuentan con una cobertura médica. Tampoco es que se hayan ido muchos socios, sino que la edad de nuestra población es muy mayor y ha habido muchas bajas por fallecimiento. Si hoy contáramos con Ospaña (la obra social de los emigrantes españoles y sus descendientes), que fue creada por Nestor Kirchner para que el Centro Gallego no quebrara, tendríamos los 15 mil o 20 mil socios de más que necesitamos, pero hubo una discordia entre sus autoridades y las que por entonces dirigían el Centro Gallego. Si recuperáramos Ospaña se podría hacer un plan viable a futuro”, apuntó.

Sobre la situación económica de la institución, señaló que desde el Inaes ya se han invertido en el Centro Gallego 108 millones de pesos (unos diez millones de euros) y que los gastos operativos y los ingresos “están casi equilibrados”, a pesar de un déficit mensual de entre dos y tres millones de pesos y de que ya van varios meses que no se le está pagando a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP): “No estamos cerrados porque AFIP no nos embarga porque la ley de emergencia sanitaria no se lo permite, pero es una deuda que aumenta todos los meses porque no alcanzan los recursos para pagarla”.

“Hay una serie de factores -prosiguió-, que hacen que sea imposible que seamos competitivos si no conseguimos financiación; los precios de las cuotas sociales que nosotros cobramos son relativamente bajos en comparación con otros prestadores y eso, sumado a que no tenemos una obra social para desregular y a que no podemos cobrarles a terceros lo que queremos porque venimos de una situación de desprestigió de la institución, nos perjudica muchísimo”, recalcó.

Sobre las agrupaciones y las críticas

Respecto a la relación que mantiene con las cinco agrupaciones políticas históricas del Centro Gallego, admitió: “El Inaes no las reconoce porque cuando abrimos una convocatoria para que convaliden con firmas la cantidad de socios que tenían no lo hicieron. Nosotros hemos tratado de reunirnos con ellos varias veces para ver cómo nos podían ayudar, pero no hubo posibilidad de acordar nada porque siempre exigían a cambio la gestión de algún área”.

Por otra parte, desestimó las críticas a su gestión, argumentando que “todos los balances son presentados correctamente en el juzgado y las cuentas son transparentes” y agregó: “Acá no hay despilfarro ni mala gestión, yo no toco un solo peso, todo lo gestiona la gente que está acá dentro y con todos los mecanismos de control necesarios”.