Benedicto XVI peregrina a Santiago para reclamar la reevangelización de los españoles

Tras ser recibido por los Príncipes, visitó la tumba del Apóstol y ofició una multitudinaria misa en el Obradoiro

Vista general de la plaza del Obradoiro durante la misa oficiada por Benedicto XVI. EFE
Feijóo cumplimenta al Papa en presencia de los Príncipes.

En la capital de Galicia, el Papa visitó la Catedral, donde cumplió con los requisitos del peregrino, y ofició en la Plaza del Obradoiro una misa de corte europeísta, flanqueado por cardenales, obispos y los Príncipes de Asturias.

El avión del Papa aterrizó en Compostela a las 11.26 horas. En la pista del aeropuerto, envuelto en una densa niebla, le esperaban los Príncipes de Asturias, el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba –en nombre del presidente José Luis Rodríguez Zapatero–, los ministros gallegos José Blanco y Francisco Caamaño y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, entre otras autoridades.
Don Felipe le agradeció su presencia en gallego: “Hai tempo que estas terras galegas, de xentes amables e hospitalarias, esperaban a vosa visita”, dijo. Luego alabó el “compromiso con la paz, la libertad y la dignidad del ser humano” de Benedicto XVI, que “nos reconforta” muy especialmente “en los tiempos complejos y de crisis que vive el mundo”.
En su primer discurso, Benedicto XVI ya se arrancó con el gallego, bendiciendo “aos amadísimos fillos de Galicia, Cataluña e os demais pobos de España”, idioma que volvió a utilizar en la Catedral y la misa. Se presentó como un “peregrino” en Año Santo que desea unirse “a toda esa hilera de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han llegado a Compostela desde todos los rincones de la Península de Europa, e incluso del mundo entero, para ponerse a los pies de Santiago y dejarse transformar por el testimonio de su fe”.
En la Catedral
Benedicto XVI ganó el jubileo al entrar por la Puerta Santa de la Catedral, con una capa símbolo de los peregrinos con la concha de vieira que también representa el peregrinaje hasta la tumba del Apóstol Santiago. También rezó ante la tumba del Apóstol y abrazó su busto, que preside el altar mayor del templo. Su Santidad salió por la fachada principal de la Catedral para saludar a quienes consiguieron sitio en una de las 6.000 sillas dispuestas en la Plaza del Obradoiro para poder seguir en vivo la eucaristía que ofició por la tarde.
El deán don José María Díaz fue el encargado de ofrecerle una explicación sobre la obra del Maestro Mateo, el Pórtico de la Gloria, donde el Papa se detuvo para admirar su belleza, más perceptible gracias a la retirada del andamiaje que meses antes estaba instalado para permitir su rehabilitación. En su recorrido por los pasillos de la Catedral, Su Santidad no escatimó saludos y bendiciones para los en torno a 700 invitados, entre los cuales había niños, inválidos y ancianos. Nuevamente, el Papa tuvo muestras de cariño para los más pequeños y se paró a besar y bendecir a dos niñas, después de los bebés que ya bendijo a su salida del aeropuerto. Su recorrido por la Catedral compostelana finalizó con el vuelo del tradicional botafumeiro, después de que el Papa dirigiese una oración comunitaria posterior a su intervención y a la del arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio.
“Que Europa se abra a Dios”
Por la tarde, en la misa, y después de comer y descansar en el Arzobispado, Benedicto XVI abogó por que “Europa se abra a Dios, salga a su encuentro sin miedo”. En la homilía, el Santo Padre consideró “una tragedia” que en “Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad”. El Pontífice denunció que se quiera recluir a Dios en la esfera privada.
La eucaristía se celebró en la Plaza del Obradoiro con un aforo limitado a 6.000 personas. La amenización musical corrió a cargo de la Real Filharmonía de Galicia, acompañada por el Coro de la Catedral, la Escolanía y los organistas Manuel Cela y Joaquín Barreira, con piezas de Mozart, Haendel, Bach, Santiago Tafall y Nemesio García Carril. La banda de la Escuela Naval de Marín cerró el acto con la Salve Marinera.

“El laicismo de España recuerda al anticlericalismo de los años 30”

Ya en el avión que le trasladaba desde Roma, y en una pregunta pactada previamente con los periodistas, como es habitual, el Papa lanzó su primer mensaje a España, y especialmente al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Manifestó su preocupación por “un movimiento laicista, anticlericalista y agresivamente secularista”, y llegó a establecer un paralelismo entre la España republicana y la gobernada por José Luis Rodríguez Zapatero o, lo que es lo mismo, entre la actual laicidad y el clima anticlerical previo a la Guerra Civil española. “Esta disputa entre fe y modernidad se realiza hoy de nuevo de modo muy vivaz en España”, declaró el Santo Pontífice, quien abogó por “una nueva evangelización de los grandes países de Occidente, pero sobre todo para España”.