Con la ley en la mano

Una esperanzadora etapa para la emigración

Por Ricardo Martínez Barros

“El enemigo viene en limusina, no en patera”. Esta  frase pronunciada por el rapero Pablo Hasél no sé si es correcta, si realmente refleja una realidad o simplemente es una provocación, como ocurre con gran parte de las canciones de este conocido artista. Pero lo cierto es que el problema migratorio se está convirtiendo en un fenómeno de proporciones universales en su doble vertiente, migración-inmigración, y que trasciende con tal fuerza en el ámbito judicial que se nos antoja una larga batalla entre los defensores de la protección al ultranza de los derechos de los nacionales frente a los que exigen la prevalencia de unos determinados derechos fundamentales.

Si repasamos la Historia de la Humanidad, observaremos que todas las culturas se desarrollan con el poso de la emigración sosteniendo sus valores, ¿o es que acaso España no ha sido un lugar de destino de aquellos primeros “emigrantes” denominados “homo sapiens” , a los que posteriormente le sucedieron los íberos, los tartesios…fenicios, griegos, romanos, godos, árabes, judíos…? ¿o es que EE UU. no es un claro ejemplo de un país construido con los grandes desplazamientos migratorios llegados desde el mar?

El nuevo Gobierno español ya ha hecho sus nombramientos en materia de emigración. Y aunque pueda dar la sensación de que todo va a seguir igual, tengo la esperanza de que algo va a cambiar, porque hay un nuevo marco exigible en un Gobierno que debe dialogar, pactar y oir. No me cabe la menor duda que si a las personas que actualmente ocupan cargos y desarrollan su labor en el ámbito de la emigración se les dota de medios e instrumentos legales consistentes, su capacidad de decidir va a ser muy diferente. También debe haber un cambio muy profundo en las legaciones españolas en el extranjero. Deben buscar un contacto más directo y una atención más próxima y efectiva ante las quejas de los emigrantes: Son servidores públicos y no emisarios divinos.

El problema de la emigración no es sólo una cuestión del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, sino un problema que afecta a varios departamentos. Y por eso nos duele tanto que esto no se tenga en cuenta cuando se adoptan medidas por parte de otros ministerios que carecen de la sensibilidad y conocimiento de este colectivo al que, de forma permanente, se le tiene como un residuo al que se le justifica su abandono, porque no crea conflictos, no va a la huelga, no consume sanidad y es una gran fuente de ingresos de divisas y creación de riqueza y de puestos de trabajo con los ahorros que se invierten en España. Es hora de revisar los sistemas de ayudas que se presten a las Federaciones y asociaciones, para que la proporcionalidad, la necesidad y la finalidad primen sobre otros criterios espurios. Y también es hora de arbitrar medidas que resuelvan de una vez por todas la inseguridad jurídica, la ansiedad recaudatoria de una Administración que es muy diligente para cobrar, y muy renuente para dar la cobertura de las prestaciones sociales que los emigrantes exigen y le es debida con carácter prioritario. Difícil, costoso, complejo…. Sí. Pero más de dos millones de emigrantes es suficiente motivo para que digamos que hay una esperanzadora etapa para la emigración.