Se estrena en Buenos Aires la obra de teatro ‘Las dos en punto’, basada en la vida de las hermanas gallegas Coralia y Maruxa Fandiño Ricart

Liliana Olmo y Marcela Fernández Señor dan vida a las hermanas Fandiño Ricart.

La Asociación Echando Raíces y el grupo ‘Baúl Galego’, cuyo objetivo es difundir la cultura de Galicia desde la otra orilla del Atlántico, anunciaron el estreno de la obra de teatro ‘Las dos en punto’, basada en la vida de las hermanas gallegas Coralia y Maruxa Fandiño Ricart, que tendrá lugar el próximo viernes 9 de septiembre a las 20:30 horas en el Auditorio Kraf, sito en la calle Florida 681 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Nacidas en Santiago de Compostela, las hermanas Fandiño Ricart, fueron perseguidas por el franquismo debido a la militancia de sus hermanos, lo que las llevó a terminar viviendo en la miseria. Desde los años 50 y 60 del siglo pasado revolucionaron las calles de la ciudad con sus vestidos y maquillajes excéntricos y sus piropos a los estudiantes universitarios, convirtiéndose en un símbolo no solo de Galicia, sino también de la resistencia hacia las diferentes formas de violencia que sufrieron por ser mujeres

Dirigida por Débora Ruiz y protagonizada por Marcela Fernández Señor como Maruxa y Liliana Olmo como Coralia, la obra incorpora al personaje del Peregrino, (interpretado por Walther Sánchez Rodríguez, también autor del texto) que está inspirado en Zapatones, otra figura emblemática de Compostela al ser muy conocido por acompañar a los peregrinos que llegaban a la ciudad luego de recorrer el Camino de Santiago.

Conocidas como ‘Las Marías’, ‘Las Dos Marías’, ‘Las Dos en Punto’ o ‘Cara de Palo’, la popularidad de las hermanas Fandiño Ricart nació a partir de los paseos que realizaban por la Zona Vella (casco antiguo de Santiago), todos los días, a las dos de la tarde en punto.

Durante esos recorridos, se dedicaban a coquetear con los estudiantes universitarios. Vestidas con ropa de colores y maquillajes extravagantes, rompieron con la monotonía de la vida gallega bajo el régimen dictatorial de Francisco Franco. Coralia, la menor y más alta, era tímida y poco habladora, mientras que Maruxa, más pequeña de talla aunque mayor en edad, era la que llevaba la voz cantante. Fueron calificadas como locas y sometidas al maltrato social e institucional, a la miseria y al terror.

La familia Fandiño Ricart estaba formada por la costurera Consuelo Ricart y el zapatero Arturo Fandiño, quienes tuvieron trece hijos (de los cuales Maruxa fue la cuarta y Coralia la duodécima).

En 1925, la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), de ideología anarquista, abrió su sede regional en Santiago de Compostela. A los quince años de edad, Manolo Fandiño Ricart (de profesión pintor) se convirtió en su secretario general. Sus hermanos Alfonso y Antonio también se volvieron militantes del movimiento anarquista.

Una vez terminado el sueño revolucionario en julio de 1936, se desató la feroz represión franquista, que golpeó duramente a la familia Fandiño Ricart. Los hermanos lograron escapar. Manolo Fandiño se mantuvo escondido durante años; Antonio huyo al monte Pedroso, aunque finalmente fue descubierto, torturado y encarcelado durante veinte años por los franquistas. El tercer hermano, Alfonso, huyo poco días después del golpe en un barco que salió del puerto de Muros.

La pesadilla para las hermanas comenzó cuando los falangistas trataron de utilizar a la familia para averiguar su paradero. A horas intempestivas de la noche, llegaba la Policía Social a la casa de los Fandiño, registraban y desbarataban la vivienda, desnudaban en la vía pública a las hermanas para humillarlas y las subían al monte Pedroso de Santiago.

A las hermanas las tildaron de ‘rojas’ y ‘putas’. Cayeron en la pobreza después de que los residentes de la ciudad dejaron de hacer pedidos a su taller de costura “por ser una familia anarquista” y por miedo a que la policía los vinculase con ellas.

Más allá de este temor, los compostelanos en general sentían simpatía por ellas, y cuando terminó la guerra las hermanas vivieron de la caridad de los vecinos. Deterioradas físicamente, se vistieron de color y llenaron sus rostros de maquillaje: polvo de arroz, colorete y carmín.

Maruxa falleció en Santiago de Compostela el 13 de mayo de 1980, a los 82 años; Coralia se fue a vivir con otra hermana al puerto de La Coruña, ciudad a la que nunca se adaptó, y murió tres años más tarde, el 30 de enero de 1983, a los 68 años, después de preguntar muchas veces cuál era el camino para volver a Santiago.

Hasta 2014 ambas se encontraban enterradas en tumbas separadas y alejadas en el compostelano cementerio de Boisaca. La Asociación Ateneo de Santiago realizó una colecta popular que reunió fondos para rehabilitar el sepulcro, instalar sus restos mortales juntos, como ellas querían, y colocar una placa de recuerdo.

Desde hace varios años, una famosa escultura situada en el parque de la Alameda recuerda a las hermanas Fandiño, que fueron las mujeres más conocidas y fotografiadas de Compostela.