Con la ley en la mano

Más de lo mismo

Por Ricardo Martínez Barros

No andaba tan descaminado el filósofo, sociólogo, jurista alemán Max Weber (1864-1920) cuando señalaba que “la vida política deja poco margen para la participación directa de los ciudadanos”.

Estamos asistiendo a la “componenda” de pactos entre partidos que electoralmente ofrecían programas e “ilusiones” diferentes”. Y esos pactos se cuecen en habitaciones oscuras y sin que el ciudadano-votante participe ni tenga conocimiento de lo que allí se pacta, si es que se pacta algo. Y, mientras tanto, ni un guiño, ni un gesto, ni una mirada hacia el problema de la emigración y la asignatura pendiente de su participación, a través de las urnas, en la elección de sus representantes políticos.

Ya lo decíamos en nuestro artículo de hace un año, titulado “Otra vez…y otra vez!!! “La baja participación no es tanto por el interés que puedan suscitar este tipo de elecciones, sino porque existen graves escollos para poder votar desde el extranjero. Y que la actual LOREG no facilita ese derecho, porque está construida de espaldas y sin tener en cuenta la voz de los que, desnudos de ideologías partidistas, se ocupan de hacer posible lo que es necesario”.

En las pasadas elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo sólo hubo una participación del voto emigrante, cifrada en el 3.2%. Y esto no parece preocupar a esos que andan afanados en encontrar un “cargo” que satisfaga sus aspiraciones. Son los mismos políticos, nada ha cambiado. Las pensiones de los retornados y sus pequeños ahorros en cuentas extranjeras siguen siendo “presa” de la persecución de los funcionarios de Hacienda. La diáspora de esos hijos a los que con tanto esfuerzo les hemos pagado una carrera, sigue sin preocupar a unos y a otros. Los abusos cometidos por esas multinacionales… Es decir, “más de lo mismo”.

La libertad individual está “cercenada”, más que nunca, por los intereses sociales, económicos y políticos. Y es a través de las redes sociales cómo se determinada la voluntad del individuo. Nadie critica si el precio del Iphone de última generación es caro o está construido con manos de personas sujetas a esclavitud. Los altares actuales están consagrados a smarphones, androides, tabletas…que son los dioses de esta nueva sociedad. Por eso se nos antoja muy difícil que algo vaya a cambiar. Pero tal aserto no impide que, desde aquí, imploremos la urgencia de aceptar que, en materia de emigración, lo estamos haciendo mal (y esto es algo que ya se viene arrastrando desde lustros), y que es momento para recapacitar e iniciar una nueva era en la que se reconsidere la necesidad de dotar de nuevos instrumentos jurídicos la desperdigada y, muchas veces, contradictoria legislación sobre la emigración. De no aceptar esta humilde sugerencia, permítaseme que siga gritando que todo esto que nos ofrecen los nuevos profetas es MÁS DE LO MISMO.