En esta ocasión, el pintor lucense muestra sus últimas obras junto a otras cedidas por sus propietarios y que se reúnen por primera vez. Son cerca de cuarenta óleos, la mayoría de gran formato, que plasman lo que el crítico y profesor universitario Ilia Galán llama “realismo intuitivo” para referirse a esta muestra en la que Trigo sintetiza etapas anteriores fundiendo estilos y temáticas “que pueden colocar, junto a un cielo impresionista, unos edificios realistas desde un primer plano, tal vez el pavimento de una plaza, que puede ser abstracto o pura expresión matérica de diversos elementos”.
“Sus lienzos transmiten sensaciones no pintadas y así, por ejemplo, palpa y escucha con sus veladuras el ambiente del tráfico congestionado o incluso convierte en hermosa la contaminación del aire”. “Trigo busca desnudar lo que ve y penetrar arrastrando al espectador hacia los fundamentos de nuestra humanidad y del mundo que nos desborda”, afirma Galán, valorando que “su magia está no sólo en su inmensa obra, voluminosa, cuantiosa, sino en cómo transmuta a menudo lo que toca con su mirada, para llevarnos más allá de las cosas”.