Con la ley en la mano

¿Qué está pasando?

Por Ricardo Martínez Barros

Después de escuchar a unos y a otros, de leer muchos comentarios y asistir a tediosas tertulias, y asumiendo que nos ha tocado vivir en un interregno o espacio de tiempo que se inserta entre dos “reinados” o dos sistemas, uno derruido y otro por construir, hago la siguiente reflexión:

Hemos acabado con un sistema anterior en el que había estados fuertes, empleos seguros y duraderos, menos desigualdad, más educación y una ilusión por la superación dentro del ámbito familiar. Y ahora hay estados muy débiles o inexistentes, empleos volátiles, gran desigualdad, ausencia de sistemas educativos consistentes, desaparición de la familia, y una huida permanente hacia adelante que pretende encontrar en la tienda o en el móvil su precaria felicidad.

¿Qué está pasando?

Ni los sociólogos, ni los politólogos y analistas más insignes son capaces de decirnos qué es lo que está pasando. Las élites no se enteran. Se está gestando la gran revolución, el gran cambio. Y esos idiotas siguen empeñados en desoír las voces que se alzan contra las encuestas y contra todo que huela a “establishment”. Creen que llenando las pantallas de mitos del balón, de macrotiendas robotizadas y de móviles táctiles se logra reprimir tanta rabia contenida ante una desigualdad que crece. Y embadurnándose de esa desesperación, aparecen los salvadores de humo.

¿Qué está pasando para que los líderes económicos, políticos, sociales, deportivos no sean capaces de atinar con el camino que debe reconducir a un estado en el que vuelva a tener consistencia la educación, la igualdad, el orden, la oportunidad, la familia?

No se vislumbran buenos tiempos para la solución de los problemas migratorios que amenazan con desestabilizar las débiles estructuras de los estados. Ya no sólo se trata de fortalecer los mimbres de una legislación estatal. Hay que ir más allá. Hay necesidad de gritar en los Foros Internacionales que el mundo actual es un continuo trasvase de mano de obra que además es portadora de pensamientos y de capacidades de decisión. O esas élites, que controlan nuestros deseos y nuestra desesperación, despiertan, o se van a encontrar que, en una madrugada cualquiera, todo habrá cambiado y todos los programas habrán desaparecido. Porque, quiéranlo o no, la sensación que tenemos la mayoría es que algo está pasando.