Una gestora se hace cargo del PSOE tras la dimisión de Pedro Sánchez y se plantea la investidura de Rajoy como mal menor

Ante la división interna y un posible castigo mayor en las urnas en las terceras elecciones generales

El presidente de Asturias, Javier Fernández (centro), dirige la gestora del PSOE con otros nueve compañeros del partido.

Y es que el 1 de octubre de 2016 pasó a la historia del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como uno de los días más tristes desde su fundación, hace más de 100 años. En esa fechas se celebró un Comité Federal calificado por los asistentes y por los medios de comunicación con calificativos tan abruptos como bochornoso. Fue una reunión de 11 horas tensa, con reproches y discusiones, llantos y dicen que hasta agresiones físicas. El motivo era la situación actual del partido y el rumbo que debía afrontar.

Tres días antes, 17 miembros de ese órgano habían dimitido y creían que la ausencia de más de la mitad de sus representantes obligaba, según los estatutos, a la dimisión de Pedro Sánchez y la constitución de una gestora. Sin embargo, el secretario general y sus partidarios negaron ese hecho y se aferraron al cargo. Todo esto surgía por la presión de los críticos con la gestión de Sánchez y los malos resultados electorales cosechados durante su mandato, especialmente en las dos generales celebradas en el último año y en las autonómicas vascas y gallegas más recientemente.

Pedro Sánchez había anunciado la convocatoria de un congreso extraordinario y unas primarias con un calendario que casi llevaba irremediablemente a las terceras elecciones generales, con unas encuestas nefastas para el PSOE. Además, los críticos aseguran que Sánchez tenía cerrado un acuerdo con los independentistas para presentarse a la investidura y gobernar de la mano de los partidos que quieren romper España.

Por tanto, con todo esto de fondo, se celebró el Comité Federal que rechazó los planes del hasta entonces líder del PSOE, que se vio obligado a dimitir. Así, una gestora dirige ahora el rumbo del partido con Javier Fernández al frente hasta la convocatoria de un congreso federal extraordinario, pospuesto hasta que se aclare la gobernabilidad del país. Una victoria del sector que encabeza la presidenta andaluza Susana Díaz y los principales barones territoriales del PSOE, contrarios a Sánchez.

Con la llegada de la gestora, el PSOE se acerca cada vez a una abstención que permita la investidura como presidente del Gobierno del candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy. Los nuevos dirigentes socialistas consideran mala esta opción pero ven aún peor otra repetición de elecciones que podrían aumentar la victoria del PP y provocar un desastroso resultado, más bajo incluso que los anteriores, entre sus filas.

Esta inclinación mantiene al partido muy dividido, con amenazas de ruptura en el seno del grupo parlamentario y hasta de escisiones para no permitir la investidura de Rajoy. Y además, por no permitir una consulta sobre esta postura a los militantes, como defendía Pedro Sánchez.

Al cierre de esta edición, la gestora del PSOE sigue sin fijar fecha para el Comité Federal que debe establecer la postura del partido ante la investidura. Y el 31 de octubre termina el plazo para que el Congreso haya elegido a un presidente y, si no es así, se disolverán las Cortes y habrá terceras elecciones generales en un año.