Expertos gallegos y cubanos analizan en Santiago las relaciones entre Galicia y La Habana

El Consello da Cultura Galega celebra el 500 aniversario de la capital cubana con un congreso, una exposición y un concierto

José C. Moya habló de 'La Habana como ciudad de inmigración en el contexto latinoamericano (s. XIX-XX).
El cubano Sergio Guerra habló de la 'Historia urbana de La Habana en los tiempos de la inmigración gallega'.
Vicente Sanz habló de 'La Habana en la época tardocolonial (siglo XIX)'.

El Consello da Cultura Gallega (CCG) celebra en Santiago de Compostela el 500 aniversario de La Habana –que se cumplirá el 16 de noviembre- con una triple propuesta –un congreso, una exposición y un concierto- sobre la importancia histórica que esta ciudad tuvo para Galicia. La propuesta está coordinada por el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago Xosé Manoel Núñez Seixas -Premio Nacional de Ensaio 2019- y la vicevaledora do Pobo, María Xosé Portero.

El congreso ‘La Habana gallega: Historia y memorias cruzadas’ reúne durante dos días –ayer y hoy- a profesores de las Universidades de La Habana, Columbia (Nueva York), Jaume I de Castellón y Santiago de Compostela, entre otros, para ahondar en las relaciones entre La Habana y Galicia con una revisión de la historia de la ciudad en clave gallega, los movimientos migratorios y también las huellas mutuas entre la cultura gallega y la cubana.

El encuentro comenzó con una sesión sobre la ‘Historia de La Habana’ en la que el profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Jaume I de Castellón Vicente Sanz habló de la ciudad en la época tardocolonial, centrándose en el trazado urbano de la localidad. El historiador subrayó que La Habana no responde al modelo de ciudad colonial de la América hispánica –un trazado cuadriculado con una plaza central- porque fue fundada antes de las ordenanzas urbanísticas de 1573, pero tampoco al modelo de ciudad medieval europea. Es, por el contrario, el primer modelo de ciudad renacentista trasladado a América, una ciudad ecléctica marcada por sus usos, por las necesidades políticas, militares y económicas de sus habitantes, que se traduce en una multiplicidad de plazas que se complementan –cuatro grandes plazas con otras diez plazuelas a su alrededor-.

El ponente repasó cómo afectó al trazado urbano de la ciudad y a la vida de sus habitantes la fortificación de la ciudad –fue “el mayor recinto amurallado de las colonias americanas”-, el desarrollo de la industria azucarera y luego de la tabaquera, y el paso de su condición de puerto intermedio de tránsito del tesoro hacia la metrópoli a puerto de partida para la exportación del azúcar a España y de llegada de la mano de obra esclava.

Sanz explicó que los respresentantes del poder colonial vivía dentro de las murallas, mientras que los sectores más pobres, de origen africano (muchos, esclavos, pero también libres), se establecieron a partir del siglo XVIII fuera del recinto amurallado por los altos precios de los alquileres intramurallas, construyendo sus casas con materiales muy simples y sin ningún planteamiento urbano.

Prácticas gallegas sin memoria

José C. Moya, profesor de Historia y director del Forum on Migration en la Columbia University de Nueva York  y autor, entre otras muchas publicaciones, de un mulitpremiado libro sobre la emigración española a Buenos Aires, estableció hilos de conexión entre La Habana y otras ciudades como la capital argentina o Nueva York, “durante muchos años eminentemente masculinas por ser centros de acogida de inmigrantes de larga distancia”. Una situación que, según explicó, mudó en los últimos cincuenta años. Además, explicó que en Cuba “permanecen muchas prácticas culturales vinculadas a Galicia, como tomar caldo, pero que no conservaron su identidad gallega. No tienen memoria». En su intervención también destacó que el descubridor de Cuba fue un gallego: Sebastián Ocampo, aunque no se sabe si era de Tui o de Noia.

En la sesión participó también Sergio Guerra, catedrático de Historia de la Universidad de La Habana y presidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, que se refirió a la impronta de los gallegos en el paisaje urbano de la capital cubana.

Por la tarde hubo una mesa redonda en la que los escritores Xerardo Agrafoxo, Xavier Alcalá, Rosa Aneiros y María Xosé Porteiro destacaron la huella habanera en sus novelas. La sesión fue coordinada por Ramón Nicolás.

Hoy viernes, por la mañana, se desarrolla una sesión sobre ‘La inmigración gallega en La Habana: ida y vuelta, con las intervenciones de los profesores Alfonso Iglesias, Pilar Cagiao y Xosé Manuel Núñez Seixas, de la Universidad de Santiago; Julio César González Pagés, de la Universidad de La Habana; y Raúl Sotelo, del IES Campo de San Alberto de Noia.

Burlas y estereotipos

El cubano Julio César González Pagés, profesor adjunto asistente en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana y presidente de la Comisión Género y Paz de la ONG Movimiento Cubano por la Paz, hablará sobre la mujeres gallegas inmigrantes en La Habana. El ponente, nacido en la capital cubana de padre canario y abuelo de Girona, presentó hace dos días su libro ‘Gallegas en Cuba’, sobre las emigrantes gallegas que fundador en La Habana la sociedad benéfica Hijas de Galicia, y quiso rendirles homenaje con esta ponencia.

González Pagés hablará de “los estereotipos que persiguieron a las mujeres gallegas, como mujeres brutas, campesinas”, haciendo una crítica sobre cómo “muchas veces discriminamos a las personas emigrantes por pobres y las llenamos de calificativos”. En este sentido, se refirirá a “cómo el cine y la cultura contribuyeron a esta discriminación, con películas como ‘Cándida’, protagonizada por Niní Marshal, u otros programas en la radio cubana”, y a “cómo las personas pobres son objeto de burla, de ‘bulling’, por el desconocimiento y la vulnerabilidad que tienen”.

Comienzos modestos

Pilar Cagiao, profesora titular de Historia de América en la Universidad de Santiago de Compostela y experta en movimientos migratorios –realizó su tesis doctoral sobre la emigración gallega en Montevideo y fue directora del Archivo de la Emigración Gallego del Consello da Cultura Galega-, disertará sobre ‘La colectividad gallega y el Centro Gallego de La Habana’. La ponente hará un repaso histórico de la emigración gallega a la ciudad, desde el siglo XIX, antes de la Guerra de Independencia de la isla, centrándose en buena medida en las expresiones identitarias de la colectividad, que tuvieron un primer exponente en la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia, antes de la creación del Centro Gallego de La Habana.

La profesora apunta que, a pesar de lo que se pueda pensar por el magnífico edificio de la sede histórica del Centro Gallego, los comienzos fueron “muy modestos, apegados a preocupaciones prosaicas, puntuales, pegadas a las necesidades de la colectividad”. Cagiao hablará también de la “fase de esplendor” de esta emigración gallega, ligada, efectivamente al Centro Gallego, para terminar abordando la “fase de decadencia”, cuyo inicio sitúa, en contra de lo que muchos puedan creer, “antes de la Revolución”. “Ya se habían perdido algunas funciones, los comportamientos ya no eran los mismos, porque a comienzos de los años 50 el ciclo de la emigración a Cuba ya había terminado”, subraya.

Por la tarde habrá una sesión sobre ‘La huella gallega en la cultura habanera’, con las intervenciones de Cira Romero y Luis Toledo Sande, de la Universidad de La Habana, y Manuel González, del IE Concepción Arenal de Ferrol.

Una exposición y un concierto completan el programa

Ayer se inauguró también la exposición ‘El sueño cubano de la emigración gallega’ y se celebró el concierto ‘Fiesta habanera’, que completan la propuesta del Consello da Cultura Galega para celebrar el 500 aniversario de La Habana.

La muestra –que estará abierta hasta el 22 de diciembre- pretende recorrer las fases y facetas principales de la epopeya migratoria que llevó a cerca de 200.000 gallegos a Cuba: abarca desde la llegada de los inmigrantes hasta su retorno, pasando por sus asociaciones, la situación de la mujer inmigrante, las publicaciones y proyectos políticos para Galicia surgidos en Cuba, y la huella dejada por los gallegos en la sociedad cubana.
En palabras de Núñez Seixas, la exposición “permitirá conocer una relación que se remonta mucho más atrás y que se acentúa en el siglo XX”.

En cerca de cerca de treinta paneles se puede descubrir el perfil del gallego emigrante en La Habana (jóvenes, mayoritariamente varones, procedentes de sectores medios, que se integran en el pequeño comercio y llegan la Cuba a través de redes familiares y mecanismos personales) y conocer el despertar de una conciencia gallega en Cuba que explica que buena parte de los símbolos de nuestra identidad nacieran allí. Fotografías, documentos personales, materiales procedentes del asociacionismo gallego ilustrarán esta muestra inédita que revisa una destacada y potente relación histórica.
El concierto, que pretendía establecer un diálogo musical entre as ambas orillas del atlántico, tuvo lugar en el Auditorio de Galicia y corrió a cargo de Alejandro Vargas Trío, con la participación de la solista Rosa Cedrón, exvocalista del grupo Luar na Lubre. El programa incluyó muiñeiras, habaneras y una pieza inédita del maestro José Castro González, Chané.

La segunda ciudad del mundo con más gallegos

La Habana fue, durante décadas, la segunda ciudad del mundo con más habitantes nacidos en Galicia, solo superada por Buenos Aires. Se estima que más de 200.000 gallegos emigraron a Cuba. Hacia 1919, más de un tercio de los inmigrantes españoles en la isla y el 9% de los habaneros había nacido en Galicia. La comunidad inmigrante gallega en la Habana se concentraba sobre todo en sus calles céntricas y en barrios pesqueros periféricos.

En la capital cubana existía también un denso tejido asociativo gallego desde 1871, una esfera pública articulada por cabeceras de prensa propias y decenas de sociedades microterritoriales o de instrucción. En ella habían resonado además los movimientos sociales y políticos desarrollados en Galicia desde finales del siglo XIX, desde el regionalismo hasta el agrarismo y el nacionalismo. Desde allí se sostuvo la Academia Galega desde su nacimiento, así como docenas de escuelas, sociedades agrarias y periódicos anticaciquiles de ámbito local, además de forjarse o estrenarse símbolos de la Galicia contemporánea como la bandera, el escudo y el himno gallegos.

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