Con la Ley en la mano

El peligro de una justicia dependiente

Por Ricardo Martínez Barros

Ricardo Martínez Barros.

“Fiat iustitia ne pereat mundus” (“Hágase justicia para que no perezca el mundo”). Pero esa frase, que se atribuye a Hegel, es como un retruécano de aquella otra que pronunció Fernando I de Hungría: “Fiat iustitia ut pereat mundus” (“Hágase justicia, aunque perezca el mundo”).

Como jurista que ha tenido que estudiar textos preconstitucionales y aplicar leyes postconstitucionales, asisto preocupado al lamentable espectáculo que están ofreciendo determinados jueces, magistrados y fiscales que parecen desconocer la alta misión que les ha encargado la Constitución de 1978 y la responsabilidad que les incumbe como transmisores del mandato popular, de donde emana la Justicia (art. 117.1 de la CE). Que no se equivoquen los jueces, los partidos políticos y la sociedad: Los jueces no son los representantes del pueblo, ni son estandartes, en el ejercicio de su función, de ideologías o de conductas partidistas. Han de ser “INDEPENDIENTES, INAMOVIBLES Y RESPONSABLES y sometidos únicamente al imperio de la ley”. Así lo proclama la Carta Magna.

Pero, desgraciadamente, desde el año 1985 ha habido una obsesión por controlar al Poder Judicial, manipulando los sentimientos de los votantes y alertando, de forma insensata, sobre “la dictadura de los jueces”. Aquel gobernador de provincias, antes concejal, ya lo advertía: “Controlamos el poder legislativo, el ejecutivo…y sólo nos falta el judicial”. La premonición se ha cumplido: el Poder Judicial, plagado de políticos, no es más que un juguete en manos de los partidos políticos que intervienen en los nombramientos del Tribunal Supremo, del Tribunal Constitucional, de la Audiencia Nacional, de los Tribunales Superiores de Justicia. Ya no hay separación de poderes. Hace tiempo que Alfonso Guerra enterró a Montesquieu. Y ahora hay una sociedad atrofiada, de la que gran parte de culpa la tenemos los abogados, y que ha permitido llegar a esta situación en la que ya no impera el principio de legalidad sino el principio de oportunidad que está conduciendo a una JUSTICIA DEPENDIENTE y MOVIBLE. Ya solo falta que sea IRRESPONSABLE. Porque si hasta ahí llegásemos, se apagarían las ultimas luces que permiten seguir soñando con un sistema que, aunque imperfecto, es el único que alberga las esperanzas y las ilusiones de los pobres, de los desamparados, de los débiles, de los que nos ilusionamos por la igualdad de los seres humanos y por el mantenimiento del orden, por el premio a los que se esfuerzan y se solidarizan por una sociedad más justa.

Yo espero que los jueces y magistrados de este país sigan dedicándose única y exclusivamente a hacer Justicia, esa Justicia que aplica las normas atendiendo a la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas (art. 3.1 del Código civil), y no convirtiéndose en un robot sin alma. Los jueces, los magistrados, los fiscales han de ser íntegros, transparentes, honestos, prudentes, equilibrados, responsables…y si saben derecho, mucho mejor. Sólo así podremos seguir gozando de una JUSTICIA INDEPENDIENTE, que creo que aún existe y sigue ejerciéndose por parte de la mayoría de estos profesionales.

(*) Fundador del Despacho Martínez Barros en Vigo, uno de los más prestigiosos y grandes de Galicia, formado por abogados gallegos. Director de los servicios jurídicos del R.C. Celta y Vicepresidente en su día. Persona ligada a la emigración con más de 1.500 artículos publicados en varios medios.

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