El Partido Popular (PP) es el único de las cuatro principales formaciones políticas con representación en el Congreso de los Diputados que presenta un candidato nuevo. Pablo Casado se impuso en las primarias del PP y afronta una situación muy complicada por el desgaste del partido tras la moción de censura que echó a Mariano Rajoy del Gobierno de España y por los casos de corrupción abiertos en la esfera judicial y las dimisiones de los últimos años, relacionados con esas investigaciones.
Además, el PP se enfrenta a un hecho inédito hasta la aparición de Ciudadanos, que es la competencia de otras fuerzas en su espectro ideológico de centro-derecha, agravada en los últimos meses con la irrupción de un partido más a la derecha: Vox. La disgregación del voto de centro-derecha en tres fuerzas, unido a los problemas antes señalados, pronostica un notable descenso de escaños para los ‘populares’.
Contra esto lucha Casado, que apostó por una amplísima renovación de las listas electorales, dejando de lado a personas próximas a las exdirigentes Soraya Sáenz de Santamaría y a María Dolores de Cospedal -ambas ya fuera de la política activa- e incluso al expresidente del partido y del Gobierno, Mariano Rajoy. Por ello, la cohesión interna se ha visto dañada e incluso sus filas disminuidas con la marcha de cuadros del PP a Ciudadanos o Vox.
Esta competencia ideológica, que le ha llevado a pedir que se concentre el voto en el PP, y las amenazas que identifican en el secesionismo catalán y en lo que consideran la deriva del PSOE de Pedro Sánchez, por interpretar cesiones de su Gobierno a los independentistas o por los vaivenes en materia económica, han endurecido el discurso del PP hasta presentarse como el principal garante de la unidad de España, por ser la alternativa para gobernar el país, el único partido que puede presidir el Ejecutivo, según reflejan además todas las encuestas que se han publicado en estas semanas.
Casado, que cuenta con los expresidentes Rajoy y José María Aznar en la campaña, no ha escondido su apuesta por gobernar en coalición con Ciudadanos y con el apoyo de Vox para “echar a Pedro Sánchez” y para luchar contra el independentismo. Para ello, propone la recuperación de las competencias en Cataluña, aplicando el artículo 155 de la Constitución por el que cesaría a los miembros del Govern, el tiempo que sea necesario y una moratoria general en la cesión de competencias a las autonomías, incluso promoviendo que devuelvan algunas.
En materia económica, advierte del riesgo de una nueva recesión y una crisis nacional por el aumento del gasto del PSOE, apostando por una bajada de impuestos y de la carga fiscal y por la creación de hasta 482.000 puestos de trabajo que permitan mantener un crecimiento del PIB del 2,3%.
